Si Ciudadanos supera al PSOE en las elecciones generales quizás sea porque desde su fundación en Cataluña, en 2006, se opuso a las concesiones que le hacía José Luis Rodríguez Zapatero, jefe del Gobierno hasta 2012, a los nacionalistas de CiU y ERC, y al socialnacionalismo del PSC-PSOE.
Su sucesor en el Partido, Pedro Sánchez, acusa ahora a Mariano Rajoy de no haber actuado frente al separatismo por no proponerle cambiar independentismo por un difuso, confuso, obtuso y nunca explicado Estado federal.
Rajoy sólo es un policía artificiero. Con su buenismo bobalicón Zapatero le pegó al pecho de los españoles una bomba lapa de efecto retardado, y Rajoy no sabe bien cómo desactivarla, aunque quizás lo logre si le ayuda Ciudadanos, Tédax catalán especialista en artefactos catalanes.
La bomba posee un mecanismo complejísimo mezcla de corrupción y patriotería, y está construida con la promesa de Zapatero a Pasqual Maragall de que cuando fuera presidente del Gobierno sometería el Parlamento español al catalán, sabiendo que, aunque el PSOE no tuviera mayoría absoluta, lo apoyarían todos los nacionalismos.
Así fue, y creó aquél Estatuto de 2006 que convertía a Cataluña en un país de poderes casi iguales a los del Estado, a lo que se añadía que Aznar ya le había entregado las escuelas al nacionalismo para la inmersión lingüística y el desprecio a España.
El recurso de Rajoy al Tribunal Constitucional, que tardó años sentenciar mientras se afianzaba ese Estatuto con un rápido referéndum, trató de desmontar aquella bomba de potencia creciente.
Pero el mecanismo de relojería es complejo, delicado, terriblemente destructivo, y sigue en el pecho de España.
El culpable es quien lo puso, ese Zapatero que sigue hablando-sonriendo como un charlatán de feria, y no el Tédax Rajoy que trata de desactivarlo, quizás torpemente.
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