“Extiendo mis manos a ti; mi alma tiene sed de ti como la tierra sedienta…
Elevo mi alma hacia ti, enséñame el camino” (Salmos, 143.6,8.)
Con esta cita Bíblica acaba Santa Sangre (1989) el cuarto film de Alejandro Jodorowsky (El topo, La montaña sagrada…); y no deja de ser irónico que termine con una cita bíblica pues es una de las películas más bizarras (en su expresión francesa de bizarre) de la historia del cine.
¿Qué podemos esperar de una película dirigida por el controvertido cineasta Chileno (cuyas cintas se caracterizan por estar recargadas de elementos esotéricos, simbolismos y surrealismo) en colaboración con Claudio Argento (hermano de Darío Argento, conocidos como padres del Gore y la serie B)?
Pues bien, si mezclásemos “Freaks” (“La parada de los monstruos en España) con Psicosis y lo aliñásemos con un poco de Fellini y Buñuel tendríamos algo muy parecido a Santa Sangre.
Es difícil encajar en un género la película realmente, ya que esta se mueve entre el Surrealismo, el Terror, el Thriller y la serie B; eso si se agradece que entre tanta oscuridad, al final el hilo conductor sea una historia de amor.
Ambientada en México D.F, la película cuenta la historia de Fénix, un chico que se encuentra recluido en un hospital mental; es a través de flash backs al pasado como nos enteraremos de episodios de su infancia que le hacen llegar a su situación actual; un reencuentro con algo de su pasado le hará dejar la institución mental y empezar una nueva vida.
Hijo de la sacerdotisa de una secta (llamada Santa Sangre) y el dueño de un circo ambulante, su infancia dará lugar a situaciones disparatadas y surrealistas que persistirán en la edad adulta del protagonista.
La película por lo tanto puede dividirse, en tres planos: el pasado, el presente y las alucinaciones fruto de la mente enferma de Fenix.
Santa Sangre, se presta bastante al análisis, pues el director hace una crítica a los dogmas religiosos (encarnados en la figura de la madre) así como diversas referencias al psicoanálisis, al ser claramente freudiana la relación establecida entre el protagonista y su progenitora, o tener connotaciones fálicas los cuchillos del padre.
Cabe destacar que la banda sonora está compuesta en su mayoría por boleros y música circense, lo que le da un toque nostálgico a la par que decadente a la cinta.
Una cosa que se agradece de la película y de la que adolece la mayor parte del cine surrealista es que realmente existe una coherencia narrativa.
La mayoría de cintas de Buñuel, Lynch y demás directores de cine surrealista empiezan contando una historia pero esta se va diluyendo y al final se trata solo de situaciones oníricas inconexas; en Santa Sangre sin embargo si bien es cierto que hay escenas en las que piensas que se ha perdido completamente el hilo argumentativo, al final todo queda perfectamente explicado y todos los cabos atados.
En lo técnico la fotografía está muy cuidada, la estética es recargada a mas no poder con motivos circenses y los colores eléctricos ayudan a causar en el espectador el impacto deseado por el director; Por momentos el maquillaje y los decorados nos recuerdan a películas de bajo presupuesto, lo cual lejos de ser desagradable la dota de un encanto especial.
Una de las curiosidades de la película es que el protagonista en sus dos edades (de niño y en la actualidad) es interpretado por Axel y Adán Jodorowsky (hermanos entre sí e hijos del director) lo cual explica la similitud de los actores que interpretan a Fénix.
Espero que esta reseña haya despertado vuestra curiosidad por esta pequeña obra maestra y os animéis a visionarla, os sorprenderá (espero que gratamente).
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