[Ricardo Portmán] @ecosdelvinilo
Californiano de nacimiento, universal en su serpenteos sobre la arena del rock alternativo de las últimas décadas, Scott Weiland, la voz y piedra fundacional de Stone Temple Pilots ha fallecido repentinamente. Los motivos no hacen falta comentarlos; una vida de excesos no perdona y Scott se mantuvo inalterable en su danza particular con el vértigo. Core, Purple, Tiny Music… from the Vatican Gift Shop, No. 4, Shangri - La Dee Da y Stone Temple Pilots: dejó seis plásticos para la posteridad, todos brillantes, variables, profundos y dolorosos. Sus días con Velvet Revolver y otras empresas son harina de otro costal.
Murió estando en la carretera con su nuevo proyecto, dormido en su autobús para ya no despertar: 48 años en su esqueleto eran muchos para un artista que vivió muchas vidas -y muertes-. Por mucha metralla que se hayan arrojado, los DeLeo y Kretz deben sentarse a darle vueltas a la idea que se les fue un hermano díscolo e incorregible, pero que en lo musical era sangre de su sangre. Descansa en paz, Weiland.
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