Revista Cine

Secundarios de Lujo (27)

Publicado el 22 junio 2012 por Josep2010

Secundarios de Lujo (27)
Gloria Hallward nació en la soleada California en el seno de un matrimonio formado por un arquitecto descendiente del rey Eduardo III y una profesora de arte dramático cuyos genes desarrolaron en la jovencita aspiraciones artísticas que la llevaron a la más fría y lejana Nueva York, llegando a trabajar en los escenarios de Broadway donde, mira por donde, Louis B. Meyer se fijó en ella y la fichó para que volviera a su estado natal, a California, más concretamente a Hollywood, aunque pronto se la traspasó, dando muestra de craso error, a la RKO.
Allí, la jovencita, con apenas veinte años cumplidos, empezó a participar en alguna película tomando el nombre artístico de Gloria Grahame y con apenas veintitrés añitos ya empezó a llamar la atención poderosamente a la más mínima ocasión que el gran Frank Capra le daba en su archiconocida It's a Wonderful Life (1946) en la que Gloria se apropia limpiamente de sus escenas, anunciando la que iba a ser prodigiosa carrera como actriz de reparto.
Al año siguiente, 1947, intervino en la película Crossfire que recientemente comentamos: de nuevo, su presencia reviste importancia en la trama y su impronta permanece en la retina del espectador, fijando el personaje de forma indeleble: mujer sexy, sola, independiente, quizás no tanto.
A pesar de disponer de una buena voz y siguiendo la costumbre habitual en el star system, su voz fue doblada en diversas ocasiones en escenas en las que canta, como en la película Song of the Thin Man (1947) en la que ya se muestra como deseable por más de un varón, quedando la bella como causa u origen de rencillas por obtener sus sonrisas.
A pesar de ser nuevamente doblada en su voz, queda patente en esta escena que una canción, en manos de la bella Gloria, era un mdio para expresar una sensualidad arrebatadora, aunque sea a costa de despertar los celos de una esposa: los coqueteos llevan a una mujer a la cama de un hospital en Woman's Secret. Maureen O'Hara no está para bromas con respecto a Melvyn Douglas en esa película de 1949 de Nicholas Ray (a la sazón esposo de Gloria Grahame)
En 1950, de nuevo bajo la dirección de Nicholas Ray, se encuentra con Humphrey Bogart en In a Lonely Place, en un ambiente enrarecido por el divorcio entre la actriz y el director. Ella interpreta a la vecina de Bogart, sospechoso de un asesinato; entre ellos crece una historia de amor que se complica con la investigación y el carácter de él.
De nuevo podemos verla interpretando una canción, en este caso del gran Cole Porter: la canción Ace in the hole, en la película Naked Alibi su voz la dobla Jo Ann Greer pero su magnética pesencia se come la escena.
En The Great Show on Earth, (1952) de Cecil B. DeMille, su belleza está a punto de desaparecer y se libra gracias a Charlton Heston; es de ver que Gloria se mueve con soltura entre elefantes, muestra de su profesionalidad, en una caracterización muy propia, la de una mujer que acostumbra a sacar de quicio a sus enamorados.
En 1952, con apenas veintinueve años, Gloria Grahame se halló a las órdenes de Vincente Minnelli que, casi sin proponérselo, consiguió con The Bad and the Beautiful una obra maestra que encanta a los cinéfilos, una historia del mundo del cine que resulta apasionante y por cuya intervención en ella Gloria Grahame consiguió el premio Oscar a la mejor actriz secundaria
Al año siguiente regresa al cine negro, su lugar de residencia por excelencia, interviniendo en The Big Heat, Fritz Lang, 1953, con Glenn Ford y Lee Marvin, y nos depara una de esas escenas que han devenido en inolvidables, cuando ella, después de haber estado con el policía, regresa a la guarida del gángster proclive a maltratar a las mujeres y claro, luego ya nada será igual...
Resulta evidente que Gloria Grahame como actriz, aparte de sus muchos problemas personales, tuvo que ser profesional a carta cabal, porque al año siguiente comparece de nuevo a las órdenes de Fritz Lang en Human Desire (1954) la deseada traslación a la pantalla de la densa novela de Emile Zola, un dramático relato de tres voluntades preñadas de romanticismo exacerbado, deseo y violencia, otro hito que no sería lo mismo sin la perturbadora presencia de Gloria Grahame, capaz de enloquecer a sus amantes.
Repasar someramente las trayectorias de artistas como Gloria Grahame tiene una doble vertiente: por un lado, uno se asombra de la cantidad de buenas películas en las que ha intervenido y, por otro, resulta una tentación descubrir que todavía hay alguna pequeña joya a descubrir, por ejemplo, como la cinta dirigida por Stanley Kramer en 1955, Not as a Stranger, en la que las artes seductoras de Gloria Grahame resultan insoportables por el muy duro Robert Mitchum que no tiene más remedio que sucumbir...
El mismo año 1955, demostrando su versatilidad y amplitud de registros, interpreta con bastante sentido del humor a un personaje de la célebre comedia musical Oklahoma, exitosa comedia debida a los celebérrimos Rodgers & Hammerstein, todo un cambio de registro para Gloria Grahame.
Sus demonios personales y la llegada de los temidos cuarenta afectaron sus relaciones con la industria del cine: prosiguió una carrera televisiva y teatral volviendo a los escenarios en algunas estimables ocasiones, y falleció, víctima de un cáncer, con cincuenta y siete años de edad, en 1981. Nos queda, para recordarla, un ramillete de películas impresionantes, en las que su presencia nunca queda desapercibida.

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