Revista Infancia

Segundo Seminario de la Formación de Doula

Por Arielac
Este fin de semana pasado ha sido el segundo seminario de la formación de doulas. Lo ha impartido el ginecólogo Enrique Lebrero, que trabaja en la Maternidad Acuario. Aparte de aportar muchísimos conocimientos técnicos, me ha encantado ver el "aprendizaje humano" que ha ido acumulando este hombre a través de sus años como ginecólogo.
Es una perspectiva completamente diferente a la que, por lo menos yo, acostumbro a ver en los ginecólogos. Él parte de la base de empoderar a la mujer, no de anularla ni infantilizarla. Él, como médico, maneja los datos y la técnica, "traduce" la información que tiene a la mujer, y deja que sea ella quien tome sus propias decisiones. Quien se responsabilice de su salud. Esto es, ni más ni menos, lo que yo les pedía a los ginecólogos que me atendieron, que me aportaran los datos -todos los datos, porque ocultar datos es otra forma de manipulación- y me dejaran tomar mis propias decisiones o por lo menos, me dejaran ser parte activa en la toma de las mismas. Esto que parece tan básico, tan sencillo, no lo es. El propio Enrique indicó cuál puede ser el motivo: el miedo. Vivimos en una cultura en la que el miedo domina y paraliza, y los ginecólogos, como casi todo el mundo, prefieren intervenir antes de esperar y ver si las cosas se resuelven solas, que es lo que normalmente pasaría. Porque esa es otra. En nuestra sociedad impera la impaciencia. "Este niño tiene que nacer ya, voy a por los forceps", "si en dos horas no has dilatado, hacemos cesárea", "si las contracciones no vuelven en x tiempo te meto oxitocina"... no digo que todas estas intervenciones no sean a veces necesarias, y afortunadamente existen para salvar vidas. Pero lo preocupante es que son dominantes hoy en día. Lo "raro" es encontrar partos sin intervenciones, cuando durante miles de años las mujeres hemos parido sin ayuda.
Tenemos tantos conocimientos, tanta tecnología a nuestra disposición, que nos hemos vuelto analfabetos emocionales y ya no confiamos en nosotros. Dependemos de máquinas, análisis, mediciones, todos ellos inexactos, para tomar decisiones, y nos olvidamos de la sabiduría ancestral que poseemos. Muchas veces, sólo escuchándonos, se sabría lo que realmente está pasando.
Yo he vivido esto, ya lo he contado alguna vez. Cuando estaba de parto, los monitores no registraban correctamente las contracciones. Yo SABÍA que estaba de parto, pero como el monitor decía lo contrario, y además yo era primeriza, no me hacían ni caso. Hasta que golpeé la mesa y dije basta, obligué a los médicos a escucharme... y oh! sorpresa..."pero si estás de parto!". Lo mismo me pasó en el expulsivo, en el último tacto, media hora antes, yo estaba de 4 cm. Cuando dije que tenía ganas de empujar me dijeron que no, que me quedaban horas, que me iba a agotar... pero resulta que yo sí creí en mí, empujé... y oh! sorpresa, ahí estaba la cabecita de mi preciosa niña!
El domingo por la tarde lo dedicamos a hacer una tutoría conjunta y un círculo de mujeres, Y de nuevo, debo decir lo fuerte y maravillosa que es esta experiencia, las lágrimas sanadoras que salen... y la lucidez que surge de tanta oxitocina junta.
He comprendido lo necesario que es dejarse llevar. Aceptar la rabia, el dolor, como parte de uno mismo, no luchar contra ellos, si no integrarlos. Sólo así las heridas sanan. Sólo así podemos crecer, seguir adelante. Y en ello estoy, aceptando que soy luz y soy sombra a partes iguales, que sin alguna de las dos no podría ser yo misma, que son fundamentales y necesarias, la una sin la otra me hacen incompleta. Así que estoy dejándome llevar. Ya no tengo miedo. Soy fuerte. Soy poderosa. Puedo hacerlo.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas