Revista Diario

Semana Mundial del Parto Respetado.

Por Arielac
Empieza la Semana Mundial del Respetado y me uno a la iniciativa de Amor Maternal.
Semana Mundial del Parto Respetado.
Estimados Obstetras:
Mi sueño era parir en casa. Asistida por matronas o por obstetras que atiendan partos a domicilio. Esto es lo coherente con mi manera de entender el parto, un proceso natural e íntimo en el que ocurre algo sagrado, la llegada de una nueva vida. Quería darle ese recibimiento a mi hija, en el calor de nuestro hogar, recibirla con los brazos abiertos respetando sus ritmos, sus tiempos, y dándole nada más nacer el mejor de los recibimientos, calor, brazos y teta.
Lamentablemente, debido a una patología uterina, desde antes incluso de estar embarazada supe que no iba a poder ser. Mi parto era un parto de alto riesgo y era necesario que fuera en un hospital,  por las complicaciones que pudieran surgir. Me costó muchas lágrimas esa decisión. Sin embargo, nunca dudé de que hacía lo correcto.
Esperaba que, aunque hospitalario, el parto pudiera ser lo más natural y respetuoso posible. Contaba con su empatía y ayuda, queridos obstetras.
Pero no fue así. Ingresé en un hospital en la semana 32 con rotura prematura de bolsa. Dos días después fui trasladada de urgencia, en una ambulancia, en pleno trabajo de parto, a otro hospital, pues en el que estaba se había quedado sin incubadoras disponibles. En los 5 días que duró mi ingreso, entre dos hospitales y una ambulancia, puede conocerles a muchos de ustedes.
Es una manera de hablar, porque ninguno, absolutamente ninguno de ustedes, me dijo cómo se llamaba y casi ninguno llevaba una placa con su nombre. Pasaban las horas y me visitaba el ginecólogo de turno, sin presentarse, sin darme su nombre, muchas veces apenas sin mirarme.
Normalmente lo primero que me decían es "a ver que te exploro". De entrada, sin saber yo quiénes eran, me trataban de tú, me hacían un tacto sin pedirme permiso ni darme una explicación y así uno detrás de otro. Perdí la cuenta de los tactos a los que me sometieron. Recuerdo uno en concreto, mi segundo día ingresada, aquel obstetra, del que luego supe su nombre, Doctor Mínguez, me hizo muchísimo daño, me hizo sangre. Me quejé y su respuesta fue "para hacerte bien el tacto tengo que hacerte daño".
Pero no me quiero desviar. Me hubiera gustado saber qué médico me atendía en cada momento, al menos su nombre y que me explicara qué quería hacer y para qué. No creo que sea tan difícil.
Ese mismo médico, en mi segundo día de ingreso, me dijo "te vamos a provocar el parto en un rato, tu hija está mejor fuera que dentro". Salió de la habitación mientras papá y yo masticábamos el miedo y pensábamos en cómo asumir la situación. A los diez minutos volvió ese obstetra y me djio  "hemos cambiado de idea, no hay incubadoras libres, de momento no hacemos nada y esta tarde otro compañero hablará con vosotros".  Por un lado respiré aliviada porque me evitaba, al menos de momento, la inducción. Por otro lado, sentí miedo, ¿no habían dicho que mi hija estaba mejor fuera que dentro? ¿Por qué nadie nos explicaba la situación, las opciones?
Esa tarde nadie vino a hablar conmigo. A las 21.30 de la noche fui yo quién pidió ir a monitores, al notar ya bastantes contracciones. Estuve dos horas con las correas puestas, las contracciones eran cada vez más fuertes y más seguidas. En esas dos horas sólo vimos a alguna matrona que entraba de vez en cuando a verificar que las correas estaban bien, no pasó ningún ginecólogo. A las dos horas me dijeron que me iba a la habitación otra vez.
Sentí que algo no iba bien, así que en ese momento pedí ver al ginecólogo de guardia. Resulté ser usted, Dra Juste, la misma a la que, en la semana 16 de mi embarazo, le dije que notaba pinchazos en la vejiga, me contestó que si tenía contracciones me fuera a Urgencias. No me escuchó cuando le dije que no eran contracciones, dos días después me fui a Urgencias y resulta que tenía una cistitis... pero de nuevo me desvío.   Dra. Juste, cuando en esa sala de monitores yo le pedí explicaciones, me dijo que, dado que no había infección ni contracciones y como aún no había incubadoras, lo mejor era que me fuera a la habitación.
Yo le dije que sí tenía contracciones, le hice notarlas con su mano y entonces ví que se asustó. Me dijo " a mi nadie me había avisado de esto". Si me cuenta Usted a mí como "nadie", que llevaba avisando dos horas de que las contracciones eran fuertes y seguidas, pero claro, qué valor se le iba a dar a la palabra de una asustada madre primeriza frente a le tecnología de los monitores y los diez años de carrera de un obstetra, que todo lo sabe sin ni siquiera observar a la paciente...
En ese momento se pidió traslado de Urgencia a otro hospital. Fui sola en la ambulancia, no dejaron entrar a papá. Las contracciones eran ya muy fuertes, recuerdo el cariño con el que me trataba la acompañante de la Cruz Roja, cómo me gustaría agradecérselo en persona. El médico que iba en la ambulancia, no sé su nombre ni si era o no obstetra, me apretaba la barriga y yo me quejaba...él me decía "tengo que hacerlo"... pero claro, no me dijo por qué.
Cuando llegué al otro hospital me esperaba un equipo completo. Tres obstetras, uno de ellos aprendiendo y una matrona. De nuevo, ninguno me dijo su nombre. Más tarde supe que, la que parecía dirigir el equipo, una chica de mi edad, era la Dra. Heras. Me metieron sola en la sala de monitores. Allí se me acercó Usted, Dra. Heras, y me dijo "ahora tienes que asumir las consecuencias de tener un parto prematuro". Sonó más a amenaza que a otra cosa.
Un rato más tarde pasé a la sala de dilatación. Dejaron entrar a papá. Eran alrededor de las 2 am.Pregunté si quedaba mucho por delante, porque las contracciones me dolían mucho y eran tan seguidas que no podía descansar entre una y otra. Me dijeron que al menos 10 ó 12h. Llegó la matrona y colocó otra bolsa en el gotero que llevaba desde hacía dos días con antibióticos y suero. Pensé que sería más. Al poco empecé a encontrarme fatal, el dolor era insoportable, entonces sospeché y pregunté qué me habían puesto en el gotero... la respuesta, oxitocina. ¿Por qué? No era necesaria, yo tenía muchas contracciones aunque el monitor no las registrara, ¿ por qué no se me había pedido permiso o al menos se me había informado?
La oxitocina me hizo vomitar, y aunque era verano, empecé a sentir muchísimo frío. pedí que cerraran la ventana de la sala, por la que, por otro lado, entraban moscas buscando la luz. La matrona me dijo que ellos estaban todos asados... papá tuvo que decirle que la que estaba de parto era yo, y cerró la ventana.
Pedí la epidural a gritos, Después de una serie de contratiempos que no cuento aquí porque no vienen al caso, vino la anestesista, muy joven, y lo primero que le escuché decir fue "tengo dormida hasta la oreja". Sentí miedo...¿esa chica me iba a pinchar en la columna?  Me puso la epidural, pero no sé por qué -tal vez porque la anestesista estaba "dormida"-  no me hizo efecto, algo que hoy agradezco. Las contracciones me seguían doliendo muchísimo y de nuevo Ud. Dra Heras, me dijo "Qué poca tolerancia al dolor tienes, ¿no?"
Me hizo un tacto, y luego le pidió a su compañera, de la que solo recuerdo sus inmensos ojos azules, que mirara ella, dos tactos seguidos, según ellas me quedaba mucho, estaba de 5 cm.
Vieron que mi hija estaba teniendo bradicardias, decidieron hacer una prueba para sacar ph de mi hija porque había sufrimiento fetal y querían ver si me hacían cesárea. En ese momento me aterré tanto que les pedi que la hicieran si mi hija sufría, me dijeron que decidirían tras la prueba, fue la única decisión que les agradezco, aunque fue una imprudencia, pero Ustedes no supieron verlo.
Sacaron a  papá de la sala. El ginecólogo inexperto me intenta hacer la prueba dirigido por la de ojos azules. Me duele tanto que tienen que parar. Preparan un segundo intento. Noto una sensación nueva, distinta, y les digo que tengo ganas de empujar. Sin mirarme, la ginecóloga de ojos azules me dice que no empuje, que me voy a agotar. Decido seguir mis instintos y empujo, la ginecóloga se gira, palidece, la cabeza de Valeria está saliendo, luego supe que antes que ella iba el cordón, eso era lo que estaba provocándole el sufrimiento, es motivo de cesárea urgente porque hay muchos riesgo para el bebé, pero no lo vieron.
Valeria nació en dos empujones, en muy mal estado. Creo que la salvó el hecho de que la epidural no me hizo efecto y pude notar que nacía y decidi empujar, con lo cual nació muy rápido. No eran las 5 am.
Le pedí perdón nada más nacer, la quise tocar, pero la ginecóloga de ojos azules me dijo que no, que era muy pequeña. Nadie me dijo la verdad de lo que pasaba, mi hija estaba mal porque era muy pequeña según ellos, luego supe la verdad.
Me cosió el ginecólogo en prácticas mientras reanimaban a mi hija. Me dolía mucho y mi cuerpo, de forma refleja, se echaba hacia atrás cada vez que notaba la aguja. La ginecóloga de ojos azules me amenazó "te vamos a coser igual, te muevas o no, así que tú verás".
Tras el parto, me sentía tan anulada que pedí perdón al equipo por mi comportamiento. Papá reaccionó y me dijo que no pidiera perdón por nada y aún tuvieron la soberbia de decirme que en la última parte del parto, en el expulsivo, me había "portado muy bien". No tuve fuerzas para contestar.
A partir de aquí, la historia continúa con una separación, reclamaciones a los hospitales, y respuestas de ciencia ficción de algunos de estos queridos obstetras.
Quisieron protagonizar nuestro parto anulándonos. No pude darle a mi hija el recibimiento que soñé. Pero con todo en contra. papá, Valeria y yo, logramos dirigir el parto en varias ocasiones.
Cómo me gustaría, mis queridos obstetras,quedar a tomar un café y explicarles cómo lo viví yo. Cómo me gustaría que pudieran ver las consecuencias de sus palabras y sus actos,la manera en que quedan clavadas en el alma.
Quiero pensar que, si por un momento se pararan a escuchar la historia desde el otro punto de vista, si hicieran un esfuerzo por comprender, se darían cuenta de lo inhumana que es su actitud en ocasiones.
Porque diez años de carrera y toda la tecnología a su disposición no saben más que miles de años de evolución y no les da derecho a robar un momento tan sagrado como es el inicio de la vida humana.
Atentamente :
Albertina Castán.

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