Revista Espiritualidad

Ser feliz por obligación

Por Dolega @blogdedolega

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Tengo unas agujetas que no me tengo. Mis actividades en el jardín me están pasando una terrible factura así que mis movimientos son más lentos de lo normal y mi expresión facial debe de ser claramente de malas pulgas.

Ayer me encuentro por el pueblo con la típica conocida que tiene tarifa plana para charlar y andar pululando por las calles. Deduzco que me ha visto cara de ser muy desgraciada, porque en cuestión de segundos se ha convertido en una mezcla de psicóloga low cost y un libro de frases de Paulo Coelho.

Lo que me ha motivado este post, no ha sido su afán de ayudarme pensando que debo de estar al borde de la desesperación, cuando en realidad estoy al borde de meterme en la cama cual tortuga boca arriba y no darme la vuelta hasta que desaparezcan las malditas agujetas, ha sido el tono empleado para intentar levantarme el ánimo.

Parece que cada día abunda más la creencia de que la alegría y la felicidad es una ley y algunas personas se dan a la tarea de comunicarles a sus conciudadanos que la ignorancia de la ley no los exime de su cumplimiento, así que se dedican a decir obviedades, frases hechas y chorradas varias para convencerlos de que no hay cosa mejor que sonreír, todo ello con el talante del “joder tía, no seas aguafiestas ahora que nos lo estábamos pasando tan bien”

He estado a punto de contarle una historia plagada de enfermedades, problemas económicos, de drogas, peleas familiares, adulterios varios con algún que otro ataque de ansiedad y tratamiento especializado para ver hasta dónde era capaz de llegar en su disfraz de “optimismo total”, pero el dolor me ha impedido ponerme mi vestido surrealista… Una pena.

Soy una persona razonablemente satisfecha de mi vida, pero también reivindico mi derecho a ser infeliz si así lo determino. Esta manía que le ha entrado a la gente de ir con la sonrisa puesta las veinticuatro horas del día que a base de ser ficticia acaba siendo una mueca bastante grotesca, la verdad es que me repele.

Una cosa es el optimismo y otra muy distinta la moda absurda de ir por la vida como si fuéramos la reencarnación de la abeja maya saliendo de un after hours

Encima te tienes que quedar en la superficie, porque si escarbas un poco, tus amarguras por las malditas agujetas jardineras, se quedan horrorizadas ante las historias que se atisban, que esa es la otra; hay más de una “superoptimista” dedicada al proselitismo de la felicidad universal que en cuanto puede empezar a contar sus desgracias tienes que buscar un sitio cómodo, una bolsa gigante de pipas y una tonelada de paciencia.


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