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Ser juez en Concurso de Vinos

Por Mark Mark O´neill @thewineplacees

El II Concurso de Vinos de Proava 2017 se celebró durante un periodo de tres días a finales del mes de Marzo en la sala de catas de la Universidad Politécnica de Valencia. Se cataron más de 200 vinos valencianos que fueron evaluados por más de 22 jueces, entre los que se encontraban periodistas, hosteleros, sumilleres, profesorado especializado en el sector vitivinícola y representantes de la Denominaciones de Orígenes Valencia y Utiel Requena. Un panel variado capaz de evaluar y examinar el vino desde diferentes puntos de vista.

Se trataba de una cata ciega en la que los jueces no tenían conocimiento previo del vino, el segmento de precio al que pertenecía o del productor. Los vinos se juzgaron valorando diferentes aspectos tales como su color, calidad e intensidad de aromas, sensación en boca y equilibrio.

La cata ciega siempre garantiza mas credibilidad de los resultados.

En esta ocasión cada juez contaba con un espacio privado para la cata donde había un pequeño fregadero donde poder vaciar y enjugar la copa, además de luces con diferente intensidad que permitían apreciar mejor el color de cada vino. Cada vino era identificado con un número de referencia a modo de identificación.

La cata se hacía en silencio, se rellenaba y firmaba una hoja que cada juez entregaba tras la cata de cada calidad.

Los primeros vinos que se cataron fueron los blancos jóvenes. De entre todos ellos podíamos hacer una division evidente, aquellos blancos elaborados con base de Moscatel y el resto de blancos. En conjunto la calidad presentada era bastante buena.

A continuación se cataron los tintos jóvenes. En mi opinión fue la mejor parte de la cata. Precisamente en los tintos es donde mejor se evidencia la evolución y la mejora de la calidad de los vinos valencianos. La mayoría eran vinos con pronunciado carácter frutal y buen equilibrio. Buenos ensamblajes entre el varietal autóctono Bobal con Merlot o Tempranillo, que marcan un estilo que funciona.

Después catamos los tintos que habían estado en contacto con madera hasta un máximo de 6 meses y después los más añejos. Aquí es donde se notaban grandes diferencias y dónde cada enólogo había sido capaz de definir un estilo propio. Catamos vinos muy elegantes, con un gran equilibrio entre la fruta y roble.

En algunos de los vinos la influencia de la madera era demasiado dominante llegando a encubrir totalmente la personalidad del vino. Cuando se da esta situación, el roble es el único sabor que puedes distinguir porque la fruta desaparece y como consecuencia, se crea un desequilibrio en boca. El proceso de envejecimiento del vino es una técnica complicada y lograr una perfecta integración entre fruta y roble es determinante para conseguir realzar todas las virtudes de un buen vino.

Al igual que en el mundo profesional, cuando se cata entre aficionados, es importante no saber en primer término ni la marca ni el coste del vino. Una vez tenemos claro el orden de preferencia de los vinos catados, entonces si es interesante y muchas veces sorprendente, ver qué lugar ocupa cada marca y si el precio es un factor relevante en nuestros gustos y decisiones.

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