Revista Belleza

Ser Mujer A Veces Significa Tener Miedo

Por Mariola Azores De Bustarviejo @MariolaAzores
Ser Mujer A Veces Significa Tener Miedo
Desde hace unos cuantos meses estoy siendo acosada por un vecino del edificio que hay frente a mi casa. Cada mañana acecha desde su ventana esperando verme cuando subo las persianas. Entonces sale desnudo a la terraza -haga frío o calor- y sin quitarme los ojos de encima se acaricia los genitales.
El otro día pensaba en qué diferente sería esta situación si fuera al revés. ¿Se sentiría igualmente intimidado un hombre si todas las mañanas su vecina le estuviera espiando para aparecerse desnuda ante él? Vosotros, seguidores de LMDM, ya sabéis la respuesta. Algunos, tal vez muchos, estaríais encantados de que vuestra erección matutina pudiera darlo todo ante la visión de la desnudez de una chica joven (mi vecino no tendrá más de treinta años) que se toca sus genitales mientras os observa fijamente. Y por supuesto lo comentaríais entre risas con vuestros amigos ("¡qué suerte tienes, cabrón!").
Yo no soy ninguna cobarde, quien me conoce bien lo sabe. Pero esta situación lejos de hacerme reír ha comenzado a preocuparme. Bastante. He comprobado que me acecha, conoce mis horarios. Si por cualquier motivo me levanto más tarde -o más temprano- de mi hora habitual, ahí está. Espiando tras la cortina.
Anoche, a los pocos minutos de llegar a casa, vi una luz roja moviéndose por las paredes del salón. Y supe que era él. 
Él es lo primero en lo que pienso cada mañana al despertarme. Y ya no me acerco a las ventanas de mi casa con la despreocupación que lo hacía antes. A ninguna hora del día o de la noche, porque siempre pienso que puede estar ahí, observándome.
¿Y qué puedo hacer yo? Nada. No me hace falta preguntarlo en la policía porque me temo que la respuesta es que no pueden hacer nada. ¿Qué opciones me quedan entonces? ¿No subir las persianas y vivir en la penumbra como un vampiro? ¿Cambiarme de casa? ¿Ir a la suya y encararme con él?
Parece que mi única opción razonable es aguantarme, hasta que llegue el día en el que mi indiferencia le aburra o en el que una pulmonía le deje fuera de combate por una temporada. Alguien que lleva tanto tiempo acosando a otra persona de esta manera me temo que no está demasiado bien de la cabeza. Así que prefiero soportarlo antes que exponerme a una situación de peligro físico real. 
Este individuo pasa horas espiándome. Con total seguridad lo lleva haciendo desde mucho antes de que yo me diera cuenta. Lo que más me asusta es que sabe donde vivo. Pero yo no puedo hacer nada. NA-DA. Solo cruzar los dedos para que no decida llevar su acoso a mayores.
"No hay que dejar pasar los abusos.  Hay que criticar el sexismo del día a día, hasta el más trivial. Animar a que otros lo hagan."  (Mary Beard, académica y premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2016)
Hoy sobre todo quería hablar con todos esos hombres normales, fuertes y buenos como John Wayne que os preocupáis por las mujeres de vuestra vida: parejas, hermanas, amigas, compañeras de trabajo. Quiero pediros que hagáis un esfuerzo real por poneros en nuestra piel. 
Sí, somos independientes y resueltas. Pero en más ocasiones de las que os imagináis nos hemos sentido humilladas, amenazadas o intimidadas.
Como aquella noche en la que al llegar al portal nos encontramos a seis hombres desconocidos dentro que al vernos se metieron en el ascensor, lo que nos obligó a subir siete pisos andando con la angustia de encontrarnos con ellos en el rellano de cualquiera de los pisos.
O como ese día que un chico que paseaba con su novia al pasar por nuestro lado nos tocó el culo.
O como ese concierto en el que un borracho nos acosó y al hacerle frente nos llamó putas y amenazó con agredirnos físicamente. 
O como en aquel viaje de trabajo en el que una noche un colega intentó entrar en nuestra habitación.
O como en aquella ocasión en la que un amigo tuyo nos llevó a casa e intentó abusar de nosotras en el coche. Y para evitar una violación nos obligó masturbarle antes de que pudiéramos salir corriendo. (Nunca dijimos nada a nadie por miedo a ser malinterpretadas, ya sabes, "fue ella la que me calentó").
O como en aquella oficina donde teníamos un compañero que en todas las fiestas se dirigía a nosotras con un lenguaje obsceno y agresivo.
O en aquella otra en la que uno de los directivos con más poder acosaba a las becarias mientras el resto de los directivos hacían la vista gorda.
O como en aquellos años que padecimos el acoso y persecución de un exnovio obsesivo.
O como cada vez que un hombre nos mira con lascivia.
O como cada vez que en un lugar abarrotado de gente un listo aprovecha para tocarnos un pecho.
O como cada vez que un amigo, amparándose en la relación de amistad, nos intenta meter mano.
O nos aprisiona fuerte en un abrazo mientras podemos notar cómo aprovecha para frotarnos sus genitales.
O como en todas esas ocasiones en las que un hombre nos ha intimidado físicamente para ganar una discusión.
O nos ha amenazado con el puño en alto para que cerremos la boca.
Algunos de estos abusos los he sufrido yo y otros me los han contado tu novia, tu hermana, tu mejor amiga, tu compañera de trabajo. Pasa cada día. Por eso no te extrañe que para muchas de nosotras, aunque nunca te lo hayamos contado, sea una costumbre agarrar fuerte las llaves entre los dedos para utilizarlas como arma de defensa si fuera necesario siempre que llegamos tarde a casa. O calcular nuestras posibilidades físicas si nos cruzamos en ese momento con un desconocido.
Esos hombres que nos intimidan y nos humillan en apariencia son como tú. No viven solo en las películas o en las noticias. Son tus vecinos, tus amigos o ese compañero con el que te vas a tomar unas copas los jueves. Por eso nos cuesta tanto contártelo, porque tememos que no nos escuches con suficiente atención. Que le quites importancia, que nos acuses de exageradas. Que incluso le veas la gracia a alguna de estas situaciones.
Porque por muy bueno y fuerte como John Wayne que seas tememos que nunca llegues a entender que ser mujer a veces significa tener miedo. 
                                       ¿Sientes que eres más vulnerable por ser mujer?


Volver a la Portada de Logo Paperblog