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Ser vegetariano y comer carne

Publicado el 23 enero 2013 por Rusta @RustaDevoradora

Ser vegetariano y comer carne La triste ironía de leer mucho y escribir mal
Un futbolista de élite pillado en una discoteca la noche previa a un partido importante. Un cantante que desafina en los directos. Un activista por los derechos de los animales sorprendido en una cacería. Todos ellos son motivo de crítica y con razón: demuestran una gran falta de profesionalidad en su campo, como el que dice ser vegetariano y luego come carne. En el mundo literario debería ocurrir lo mismo, pero en Internet existe una benevolencia excesiva que permite que haya lectores e incluso escritores que redactan mal sin que su imagen se vea perjudicada por ello.
En un bando del ring, los hijos del lenguaje SMS: «Este libro es xulisimo», «K guay!», «Yo kiero este libro!», «K pasada d historia». En el otro, las faltas de ortografía: letras traspuestas, comas que le hacen la zancadilla al sujeto, gerundios que se han colado, signos de exclamación e interrogación huérfanos. Cuando navego por Internet no espero encontrar artículos escritos con una prosa de gran literato, pero sí un mínimo de corrección, sobre todo en gente que lee mucho y se jacta de las erratas puntuales de los libros. Ni siquiera hace falta llegar a eso: analizar una obra literaria (y en particular su estilo narrativo) cuando se tienen muchas deficiencias en la escritura transmite muy poca seriedad; quizá sería mejor que esas personas leyeran menos y digirieran mejor lo leído. Entiendo que a algunos les cuesta más aprender, pero aun así hay aspectos en los que no hace falta ser un maestro para ser consciente del error, como olvidarse de cerrar las exclamaciones y utilizar abreviaturas como las que he citado más arriba. Lo que se conoce como ser descuidado, que en algunos contextos puede llegar a ser incluso peor que escribir mal, porque saben que lo están haciendo mal y no le ponen remedio. Los que desconocen sus fallos al menos tienen a su favor el voto de la ingenuidad, aunque eso no los exime de su parte de culpa por convertir la red en un vertedero ortográfico.
Sé que soy exigente y perfeccionista, y que algunos opinarán que me muestro prepotente y desagradable, pero también sé que si mañana me presento a un concurso de baile se reirán de mí porque no sé bailar, y me mirarán con extrañeza si digo que soy vegetariana mientras me zampo un bocadillo de jamón. Con la lectura y la escritura debería ocurrir lo mismo, sobre todo cuando son tantos los lectores que aspiran a convertirse en escritores algún día. De nada sirve escudarse en la falta de tiempo; al igual que no se tiene piedad con las faltas y erratas de los libros, tampoco se debe mostrar indiferencia ante los malos escritos de Internet, y menos cuando se atreven a hablar del arte de la palabra escrita.

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