Revista Psicología

Sesgos o distorsiones cognitivas

Por Mundotlp @MundoTLP
Las personas intentamos comprender y predecir el mundo que nos rodea. Prestamos atención a lo que ocurre a nuestro alrededor y hacemos hipótesis sobre la razón de ser de las cosas.
Sesgos o distorsiones cognitivas
Si tuviéramos que procesar todos los datos que recibimos probablemente nos paralizaríamos. Por esa razón necesitamos crear reglas para interpretar y extraer la información más relevante. Cuando creamos criterios para decidir qué es importante y qué no, podemos hacerlo arrastrando algunos sesgos o distorsiones que influirán en nuestras creencias, decisiones y conclusiones cotidianas. Muchos de los síntomas de malestar que padecemos a lo largo de la vida tienen relación con los sesgos.El cerebro humano es mucho más poderoso que cualquier ordenador actual. Pero aun así nuestros cerebros tienen grandes limitaciones. Nuestros métodos analíticos pueden forzarnos a tomar decisiones cuestionables e incluso erróneas. Un sesgo cognitivo, hace referencia a deficiencias o limitaciones de nuestro pensamiento. Los sesgos se asocian a errores de memoria, a errores de cálculo, y a la influencia de las presiones sociales. Los sesgos cognitivos ayudan a procesar la información de manera más eficiente, especialmente en situaciones de peligro. Sin embargo, nos hacen también comenter graves errores.

Veamos algunos algunos ejemplos de sesgos:

  • Sesgo de atención selectiva: las personas deprimidas se caracterizarían por seleccionar o atender en mayor medida la información con contenido negativo. Las personas no deprimidas sin embargo, se caracterizaran por lo opuesto: una mayor atención  a información con contenido positivo. En otros ámbitos este sesgo tiene también gran relevancia. Un ejemplo perfecto es lo que sucede después de comprar un coche nuevo. Inexplicablemente empezamos a ver ese modelo en todas partes. No es cierto que haya más coches como el nuestro tras comprarlo, lo que ocurre es que atendemos selectivamente  a los coches iguales. El problema es cuando no se identifica el sesgo atencional puede ser una sensación muy desconcertante. Es un sesgo  que contribuye a la sensación de que la aparición de ciertas objetos o acontecimientos no son una coincidencia, aunque sí lo sea.
  • Sesgo de confirmación, tendencia a buscar o interpretar los datos y los hechos con el fin de confirmar una hipótesis previa.
  • Sesgo de selección-apoyo,  tendencia a recordar las decisiones propias como mejores de lo que realmente fueron.
  • Sesgo de familiaridad, tendencia de las persona a expresar o sentir preferencia  y/o simpatía simplemente porque están familiarizadas con objetos o personas.
  • Sesgo del término medio, la mayoría de las personas tiende a evitar los extremos. Las personas son más propensas a elegir una opción intermedia.
  • Sesgo de ilusión de control – la tendencia a creer que se puede controlar, o al menos influir, en el resultado final de algo, aunque todas las evidencias digan lo contrario.
  • Sesgo de autocomplacencia– tendencia a percibirse a sí mismo como responsable de los resultados deseables, pero sin responsabilizarse de los indeseables.
  • Sesgo Consistencia – Se produce cuando al recordar actitudes y comportamientos del pasado utilizamos criterios  actuales para juzgar las actitudes y comportamientos pasados.
  • Criptomnesia – Es una distorsión de la realidad en la que creeemos que una idea se nos ocurre por primera vez pero realidad procede de otra muy parecida o exactamente igual a una que ya hemos tenido. También ocurre cuando evocamos un recuerdo pero no lo reconocemos como recuerdo, sino como idea nueva. 
  • Sesgo egocéntrico – recordando el pasado de una manera egoísta, por ejemplo, recordar las calificaciones del examen de uno como ser mejores de lo que eran, o recordar un pez atrapado como ser más grande de lo que era.
  • Sesgo de pertenencia al grupo. Este sesgo está muy ligado a la oxitocina y sus efectos potenciadores del vínculo social. El sesgo de pertenencia a un grupo nos lleva a sobreestimar las capacidades y el valor de nuestro grupo de referencia a expensas de la gente que no conocemos.
  • Sesgo del Jugador. Tras lanzar cinco veces consecutivas una moneda, nuestra tendencia es a creer en que aumenta la probabilidad de que la siguiente ocasión saldrá cara. Pero en realidad, las probabilidades siguen siendo del 50%. Como dicen los estadísticos, los resultados en los diferentes lanzamientos son estadísticamente independientes y la probabilidad de que cualquier resultado es todavía un 50%. En relación con esto, existe también el sesgo de la expectativa positiva que a menudo es el motor de la adicción al juego. Es la idea de que la suerte tiene que cambiar con el tiempo y que la buena fortuna está en el camino.
  • Sesgo de control (sesgo de distorsión de la probabilidad) Hay menos personas con problemas para montarse en un coche que para montarse en un avión. Todos podemos reconocer que la probabilidad de morir en un accidente de coche es significativamente mayor que perder la vida en un accidente de avión – pero a nuestro cerebro le cuesta asumir esta realidad como consecuencia de la percepción de control. Estadísticamente, tenemos una 1 posibilidad entre 84 de morir en un accidente de tráfico, en comparación con un 1 en 5000 de morir en un accidente de avión, algunas fuentes llegan a hablar de 1 entre 20 000. La probabilidad es equiparable a la de morir en un atentado terrorista, o la de morir intoxicado. Aun así nuestra falta de control sobre lo que puede pasar nos hace, con mayor frecuencia, tener más miedo a volar que a ir en coche. este sesgo nos lleva a menudo a exagerar los riesgos de las actividades relativamente inofensivas, mientras que nos obliga a devaluar los más peligrosos.
  • Sesgo de atención a lo negativo. La gente tiende a prestar más atención a las malas noticias. Percibimos las malas noticias como más importantes de cara a prevenir consecuencias. Tendemos a dar más credibilidad a las malas noticias, tal vez por miedo a que luego sea peor. Evolutivamente, atendiendo a las malas noticias es más probable sobrevivir.  Hoy en día, los riesgos y peligros son cada vez menores pero la atención a lo negativo puede distorsionar esa percepción. 
  • Sesgo del rebaño. No siempre somos conscientes de esta realidad, pero tiende a gustarnos ir a favor de la corriente. Cuando grupos de amigos, o de compañeros, la familia, o grandes multitudes escogen a un ganador o un favorito, es cuando nuestros cerebros individuales comienzan a apagarse y a entrar en una especie de “pensamiento grupal”. Gran parte de esta tendencia tiene que ver con nuestro deseo innato de encajar y de adaptarnos.
  • Sesgo de proyección. Tendemos a asumir que la mayoría de la gente piensa igual que nosotros aunque no haya ninguna justificación para ello. Este sesgo cognitivo a menudo conduce a un sesgo conocido como la falsa polarización del consenso en donde tendemos a creer que la gente no sólo piensa como nosotros, sino que también está de acuerdo con nosotros. Puede crear el efecto en el que los miembros de un grupo asumen que más personas en el exterior están de acuerdo con ellos. 
  • Sesgo del anclaje. Es la tendencia que tenemos a comparar y contrastar sólo un conjunto limitado de elementos. Tendemos a fijarnos en un valor o un número. En una tienda con rebajas, tendemos a ver la diferencia de precio, pero no el precio total.
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