Revista Cultura y Ocio

Sesión sobre Rendu

Publicado el 30 mayo 2017 por Elarien
Sesión sobre RenduUna mañana recibo la llamada de un amigo mío, jefe de servicio de otro hospital. Me comenta que está organizando un curso para residentes sobre epistaxis y que le gustaría que yo fuese a hablarles del Rendu Osler. No me gusta hablar en público y no suelo asistir a cursos, en el hospital tengo mucho trabajo y si estoy de congreso no puedo atender pacientes, sin embargo sé que pocos hablarán del Rendu con tanto entusiasmo como yo y cuántos más médicos motivados haya dedicados al tema, mejor para los enfermos.
Ese mismo fin de semana preparo las diapositivas, si no lo hago así corro el riesgo de dejarlo para el último momento. En los sucesivos martes aviso a los pacientes para que no acudan ese día al hospital porque no me encontrarán. Algún paciente se ofrece a que le haga la infiltración en directo, en el curso. No es mala idea, de hecho cuando se la comento al organizador del evento le parece excelente.
Sin embargo, según se acerca la fecha, mi voluntario falla, está bien y no necesita infiltrarse, y no es cuestión de llevarse un pinchazo por amor a la docencia. Le mando un mensaje mi amigo, pero coincide con el bloqueo informático de seguridad para evitar virus y no lo recibe.
Mi charla es a media mañana. Ese mismo día me paso a primera hora por el hospital por si aparece algún Rendu despistado para infiltrarse. Hago bien, viene una paciente de Castilla La Mancha y sería una pena que hubiese hecho el viaje en balde. Estoy por llevarla al curso porque es un encanto y está encantada, hace un mes que no sangra y la hemoglobina le ha aumentado, se encuentra mejor y con más fuerzas. No obstante, es posible que no sea el mejor caso para animar a nadie porque también está anticoagulada y el riesgo de sangrado en el proceso es más alto que con otros enfermos.
En esas estoy cuando recibo una llamada del organizador. ¿Recuerdo que es hoy el día del curso? ¿Voy a llevar a algún paciente? Le explico que el que tenía ha fallado, pero que si quiere puedo buscar a otro. Me pide que lo intente.
Llamo a una paciente que sé que vive cerca del hospital en cuestión. La pillo en la peluquería, pero me dice que en cuanto acabe, allí estará. Me pregunta dónde tiene que ir. Buena pregunta, no lo sé, quedo en llamarla de nuevo para darle todas las instrucciones.
Salgo hacia allá. Aparcar es un martirio, todo está lleno de coches y ninguno se mueve. Finalmente encuentro un hueco de chiripa. Voy a Información y pregunto. Estoy nerviosa y hablo sin parar, cuento cosas que a las pobres del mostrador no les interesan. En cuanto pueden meter baza, me explican como llegar al aula.
Sigo el camino al pie de la letra, luego me doy cuenta de que apenas me he fijado en nada y si consigo salir de ese laberinto al terminar es de chiripa. Un pasillo, puertas, un ascensor, otro pasillo, más puertas, pregunto, estoy en el sitio pero no lo veo, paso un par de veces por delante hasta encontrarlo. Lo primero que hago es llamar a mi paciente para darle los detalles. No debe quedarle claro porque me dice que preguntará en Información. Le digo que ya saben que va a ir, es una de esas explicaciones innecesarias que les he contado a las pobres mujeres.
Saludo y me saludan. Para romper el hielo me preguntan sobre el Rendu, todos le tienen bastante respeto, cuando los enfermos acuden a urgencias es porque son incapaces de cortarse ellos mismos la hemorragia y tampoco el médico sabe cómo lograrlo. Hablo y hablo, entre los nervios y todas las anécdotas acumuladas, no sé si alguien es capaz de seguir el curso de mi logorrea.
Mi paciente llega justo a tiempo, la pobre ha abandonado la peluquería a toda prisa. El director hace las presentaciones y empiezo mi exposición mientras le coloco unos algodones con anestesia tópica en la nariz. Aprovecho para contar lo importante que es anestesiar bien antes de cualquier manipulación, es una zona muy sensible. Mientras la anestesia hace efecto hago un breve resumen de la enfermedad y del material y la técnica de la esclerosis. Preparo la infiltración mientras les muestro algunas imágenes de las lesiones.
Llega el momento de la verdad. Les digo que el que quiera se acerque porque no van a ver nada desde el asiento. Me sorprende que se levante toda la sala, lo habitual es que lo hagan uno o dos, los más osados. El interior de la nariz se ve poco pero lo suficiente como para hacerse una idea. También hay una teleangiectasia en el labio que le ha crecido y que aprovecho para pinchar, esa se distingue muy bien. Todo va rodado, no hay sangrado, ni sustos, y no tardamos más que unos minutos. Es el caso ideal para animar a la gente. No me canso de insistir en lo fácil que es, pero nada como comprobarlo de primera mano.
Sesión sobre RenduPara terminar la sesión, presento los datos recogidos por los farmacólogos. Farmacia hospitalaria prepara una pomada de propanolol para estos pacientes (el propanolol inhibe el crecimiento de las lesiones vasculares) y los residentes han hecho un estudio sobre su eficacia (junto con la escleroterapia). Los datos no pueden ser más alentadores. La gravedad de los sangrados ha bajado de una media de 7 sobre 10 a 2 y la calidad de vida ha subido en 4 puntos. Añado que la calidad de vida del médico también mejora, no solo por la satisfacción de los pacientes, sino porque las hemorragias masivas son menos frecuentes y precisan menos visitas a la urgencia.
La paciente también recalca lo que han mejorado su vida y la de su hijo, los sangrados ya no le suponen una limitación laboral y no viven con el miedo de sangrar en cualquier momento. Anima a que más médicos lo hagan. El entusiasmo de la sala es generalizado después de oír sus palabras.


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