Revista Psicología

Sexualidades Ignoradas

Por Blasramon

Las relaciones interpersonales de las personas con discapacidad fuera del ámbito familiar o profesional han sido históricamente negadas, reprimidas o rechazadas por las familias de las propias personas con discapacidad, los entornos institucionales que los acogían y la sociedad en general. Esta realidad supuso que, la falta de contacto entre personas de distinto sexo imposibilitaba las relaciones heterosexuales entre personas con discapacidad, pero si influyeron sobre la aparición de mayores conductas homosexuales y masturbatorias. A día de hoy las cosas han cambiado, especialmente gracias a la "desinstitucionalización" de los discapacitados y una mejor formación de las familias y de los propios afectados. Sin embargo, aún estamos lejos de que las necesidades y los derechos de estas personas en relación a las relaciones afectivas y sexuales se equipare al resto de la población.
Muchos de los programas de formación de la afectividad y la sexualidad en personas con discapacidad, principalmente con discapacidad intelectual y trastorno mental, no se ocupan de la educación para vivir la sexualidad ; sus postulado tocan techo con facilidad al centrarse en la evitación de riesgos de los contactos sexuales. La educación sexual de todos, incluidas las personas con discapacidad, pasa por la promoción y la prevención de la actividad afectivo-sexual, y la participación de las familias en todo el proceso de educación para la sexualidad, como responsables de informar, asesorar y apoyar a sus miembros, desde su infancia, es esencial para adquirir una vida afectiva y sexual normalizada.

Sexualidades Ignoradas


La calidad de atención y servicios a las personas con discapacidad, como hemos comentado, ha avanzado notablemente. Los programas de actuación incluyen la preocupación por la promoción de la vida independiente, la planificación centrada en la persona, autodeterminación, habilidades sociales y adaptativas, etc. Pero, se aplican estas iniciativas de igual manera y con recursos similares en el área de la sexualidad? La realidad, pese a los esfuerzos de las propias personas con discapacidad y de los que participan en los apoyos a las mismas, es que la sexualidad de las personas con discapacidad intelectual, sobre todo, sigue siendo objeto de prejuicio, controversia o negación, y su consecuencia más inmediata: la discriminación. Una discriminación alimentada, además, por miedos e incertidumbres y una enorme falta de información sobre las necesidades e intereses afectivo-sexuales de las personas con discapacidad
El derecho a la expresión sexual, el derecho a la intimidad, el derecho a ser informado sobre anticoncepción, atención médica y asesoramiento genético, son principios vigentes desde 1981, que posteriormente han sido reformulados en diferentes Convenciones (ONU,2006), Asambleas sobre los derechos de las Mujeres y Niña con discapacidad (Foro Europeo de la Discapacidad, 2011), etc., pese a lo cual aún encontramos resistencias psicológicas a la percepción del cuerpo de las personas con discapacidad como cuerpos sexuados, capaces de experimentar sexualidad tanto a nivel biológico como emocional y que sabe expresar características eróticas a través de similares mecanismos a los que utilizan diferentes personas: sensualidad, caricias, abrazos, gestos, etc.

Sexualidades Ignoradas


En un curso que este año impartí sobre intervenciones socioeducativas en personas con discapacidad, el tema de la afectividad-sexualidad fue, sin duda, el que despertó mayor interés, y también algunas incertidumbres y reticencias. En general, el origen de estas dudas se encuentra en la escasa o nula información que se tiene sobre sexualidad y discapacidad: un mundo invisible que se ha abordado mayoritariamente a través de programas de educación afectivo-sexual. En algunos, en los que hemos participado alguna vez, se centraban en objetivos de información y evitación de riesgos físicos, como los embarazos no deseados o las enfermedades de transmisión sexual, y eran buenos programas. Otros, además, han abordado riesgos psicosociales a los que son vulnerables muchas de estas personas, como el abuso y/o el acoso sexual, y estos programas, son aún mejores con los anteriores. Sin embargo no ha sido hasta hace relativamente poco tiempo que se han empezado a tener en cuenta factores como las habilidades sociales, el conocimiento y autocuidado del cuerpo, las relaciones interpersonales y la sexualidad y, como no, los riesgos asociados a la actividad sexual. Y estos si que son los programas verdaderamente imprescindibles que nos ayudarán a las personas con discapacidad a tener una vida afectiva y sexual saludables, y dotarán a las familias y a los profesionales de los conocimientos apropiados y ajustados para realizar el acompañamiento en el tránsito hacia una mejor calidad de vida de las personas con discapacidad.


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