Revista Cine

Shame, Gran Bretaña 2011

Publicado el 12 diciembre 2011 por Cineinvisible @cineinvisib

Un hombre solo, tumbado en una cama, con la mirada perdida en el techo. Unos ruidos se escuchan desde algún lugar de su casa. No presta ninguna atención, su mirada se concentra en un punto concreto, sabe que no volverá a ver a la persona con la que ha pasado la noche. Una más de una larga cadena de encuentros de noches ardientes y mañanas solitarias.

Shame, Gran Bretaña 2011
Steve McQueen realiza su segunda película, tras un alucinante Hunger (2008) sobre los presos irlandeses de la prisión de Maze en 1981, pero el director no es nuevo en el mundo de las imágenes. Artista internacionalmente reconocido, premio Turner en 1999 a los 30 años de edad, y con una obsesión por el cuerpo y sus límites, es probable que su obra más difundida sea Queen and Country. Una serie de sellos con el perfil de la Reina de Inglaterra pero que, en lugar de paisajes bucólicos de la campiña inglesa, reproduce los retratos fotográficos de los hombres y mujeres fallecidos en la guerra contra Irak. De escalofrío. Aquí el cuerpo alcanza su máximo límite, el de su desaparición.

Shame, Gran Bretaña 2011
Siguiente escena: el hombre, perfectamente vestido, impecablemente peinado, viaje en el metro para ir a su trabajo. En el espacio reducido de un transporte en común se cruzan miradas, se producen roces inesperados y, entre ellos, la atención de una joven, sentada enfrente que se empieza a interesar por él. Y no es para menos. Michael Fassdenber desprende una poderosa atracción. Se inicia el juego de seducción. Todo en las obras de Steve McQueen esté perfectamente planificado y, dentro del plano, se pueden leer una frase de la publicidad del metro, “¿Cómo es posible esto?”, y una palabra de un anuncio, “polución” (con el evidente juego de imágenes que implica).

Shame, Gran Bretaña 2011
En tres minutos de película Steve McQueen aporta más que muchos cineastas en toda su carrera y, los 96 minutos restantes, todavía son mejores. Solamente ha planteado el tema y ya tiene al público hipnotizado: la obsesión sexual como escape a un vacío existencial. En una sociedad en la que una mayoría de afortunados puede acceder a todo y el resto se tiene que conformar con lo que posee, el cuerpo es lo único que equipara a ambos grupos como último campo de batalla que le queda al individuo. Recurso político, como en Hunger, o mero objeto de placer, de consumo o sustituto de otras carencias, en Shame, el director pisaba un terreno tan manido que era muy fácil resbalar. Sin embargo McQueen lo atraviesa con tanta firmeza como maestría.

Shame, Gran Bretaña 2011
Frente a la incapacidad de mantener ningún tipo de relación que no sea la carnal del protagonista, aparece la generosidad afectiva de su hermana que invade su intimidad en busca de un refugio: Carey Mulligan, memorable y con una escena de antología, su interpretación de la canción New York, New York (reto a los lectores a contar el número de veces que leerán en los próximos meses la siguiente frase “tan emotiva que me ha hecho llorar”).

Shame, Gran Bretaña 2011
Caballero Bonald en su poema Desencuentro (en singular, dato importante):

…esquiva y veloz como la hoja

ensangrentada de un cuchillo,

como los filos de la nieve, como el esperma

que decora el embozo de las sábanas…

Tratas de no saber y sabes

que ya está todo maniatado,

allí

donde pernocta el irascible

lastre del desamor, sombra

partida por olvidos, desdenes,

llave que ya no abre ningún sueño.

La ausencia se aproxima

en sentido contrario al de la espera.

Shame, Gran Bretaña 2011
En singular por supuesto, porque lo que va a impulsar a Michael Fassbender a su particular descenso a los infiernos no es la posibilidad de que los otros se aproximen a él sino su propia incapacidad de acercarse él a los otros y, además, ser perfectamente consciente de ello.

Shame, Gran Bretaña 2011
Dante, que no lo quisiera yo como inquisidor personal, en el canto V de su Divina Comedia condenaba a los lascivos (reconozco que es una de mis palabras preferidas en nuestra lengua) a un lugar oscuro barrido en continuo por vientos huracanados. La mayor tortura existente: imaginar y no poder ver, sentir y no poder tocar. Menos mal que Steve McQueen ha decidido encender la luz. El film lleva tantos premios que es imposible citarlos todos. Una de las mejores películas del año.


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