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Shelley, precioso bebé

Publicado el 16 agosto 2016 por Patrick Bateman @CinefiliasO
Shelley, precioso bebéMi devoción por el género de terror se ha visto mermada en los últimos años. Es cierto, que no se puede juzgar por una primera impresión, al menos no siempre. Pero tras ver muchas infamias, me he vuelto bastante selectivo.
Está claro, es que ya no arriesgo como hace una década. Veía todo lo que caía en mis manos, por mala o buena pinta que tuviese. Soy consciente que al guiarme únicamente por mi instinto, seguramente, me he perdido obras muy recomendables en los últimos años. Pero también me he librado de otras realmente nefastas, de eso estoy seguro.
Actualmente, apenas quedan directores que innoven, más aún cuando hablamos de terror. Por suerte, todavía los hay que, a pesar de copiar, hacen bastante bien su trabajo. Desde Dinamarca, después de dirigir el corto M is for Markus en 2011, el realizador Ali Abbasi nos presenta su primer largometraje, Shelley.
El descaro con el que Shelley copia el diseño del cartel de La semilla del diablo (Rosemary’s Baby) de Roman Polanski, no inspira confianza alguna, incluso, rechazo. Sin embargo, gracias a la intrigante exposición realizada en el blog Nido de Cuervos, Shelley despertó la curiosidad en mi persona.

Una pareja danesa, viven en una casa de campo en medio del bosque, lejos de la vida moderna, la tecnología e incluso la electricidad. El mayor sueño de Louise es ser madre, pero ella no puede tener hijos. En su desesperación, decide hacer un pacto con su sirvienta gitana Elena, que acepta llevar al hijo de Louise como madre de alquiler a cambio de una gran suma de dinero. Pero la vida que crece en su interior toma forma demasiado rápido, afectando las vidas de todos como una fuerza maligna. La paranoia y el horror rondan el inminente nacimiento.
El onírico y breve prólogo que tiñe de rojo sangre la pantalla al aparecer el título, goza de una atmósfera enrarecida que irá ganando intensidad a medida que avance la historia. Dejando claro que la ópera prima de Abbasy no va a ser una película de terror convencional.
Shelley, precioso bebéShelley recurre a la presencia del mal en su forma etérea. Alejada de los clichés que se dan cita en el cine de terror moderno, como Insidious, Expediente Warren etc., creo que va a decepcionar al gran público.
Pero las virtudes de Shelley se encuentran en su faceta más artística y propia del lenguaje cinematográfico.
En un primer acto algo dramático sin llegar a las lágrimas, el film se mueve dentro de la completa normalidad y sin el mayor atisbo de terror. Podría pasar por un drama normal y corriente.
Este primer acto recuerda mucho al realizador danés Lars Von Trier (Anticristo), que parece revolotear por el set dejando influencias aquí y allá, cual Béla Lugosi en su forma chiroptera va hincando los colmillos en los cuellos de las bellas e inocentes jóvenzuelas.
El guión escrito por Abbasi junto a Maren Louise Käehne, se basa en una idea propia de Abbasi, ello no significa que ésta sea especialmente original. En su defensa diré que la historia está muy bien contada desde el minuto uno.
Shelley, precioso bebéShelley juguetea con la ambigüedad y el miedo a lo intangible. Con unos planos perfectamente encuadrados y una fotografía muy natural, Shelley crea, pausadamente, una atmósfera malsana y extraña que se va comprimiendo lentamente, manteniendo en vilo al espectador entre lo real e imaginario.
La presencia sobrenatural es muy sutil, por no decir nula. Pero a través del inquietante apartado sonoro y la minimalista banda sonora de Martin Dirkov, sin enseñar absolutamente nada, consigue hacernos percibir una presencia maligna y amenazante. En estos momentos no debemos temer comparar a Shelley con La profecíade Richard Donner, sobre todo, en su tramo final.
Shelley es una película de elementos cotidianos y pocos recursos sin salidas de tono con un desenlace poco esperado e inconcluso. Mi yo lógico, hubiese querido una explicación firmada y escrita por el director, pero no siempre es necesario que las cosas sean resueltas de forma clara y obvia. Shelley cumple a la perfección.
La influencia del cartel se extiende también a la historia en el tramo central de la película, que cubre la parte del embarazo. Lo hace con ritmo y esencia propia, pero es innegable que Abbasi se ha nutrido de la obra de Polanski.
Shelley, precioso bebéLouise, Leo y Elena -interpretados por Ellen Dorrit Petersen, Cosmina Stratan y Björn Andrésen, respectivamente- es clara, concisa y ágil.
El tridente desprende una gran naturalidad ante la cámara y no necesita ser parafraseado en ningún momento. Éstos evolucionan al mismo ritmo que la historia, pausadamente, pero sin atascarse.
Sus actuaciones son suficientemente claras como para entender perfectamente todas las motivaciones y miedos.
La presencia de lo sobrenatural es muy sútil, ahí es donde Shelley despliega su potencial artístico. El miedo a lo intangible, donde podemos sentir una presencia maligna, pero no constatar con nuestros propios ojos, eso es lo que hace especial al film y comparable en algunos tramos a La bruja de Robert Eggers.
Shelley es cine de autor y de factura 100% europea, que será valorada por una pequeña minoría. Totalmente contraria a las mencionadas películas de género, es de esperar que no va a gustar al público en general. Pero algunos sabrán valorar sus virtudes.
Shelley, precioso bebé 

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