Revista Cine

Sherlock Jr.

Publicado el 03 diciembre 2012 por Josep2010

Nos deteníamos la semana pasada en una última adaptación relativa al céĺebre detective Sherlock Holmes y como de pasada hacíamos referencia a la enorme cantidad de versiones que se pueden contabilizar en el cine, siendo bien cierto que desde sus inicios el séptimo arte se ha nutrido del personaje creado por Conan Doyle.
Con un poco de malicia aprovechamos la circunstancia para urdir un acertijo siguiendo el tema un poco de refilón sin conseguir despistar del todo a la mayoría que fijó acertadamente el foco en una película titulada en su versión original como Sherlock Jr. y en su traducción castellana como El moderno Sherlock Holmes rodada en 1924 bajo la dirección y protagonismo absoluto del genial Buster Keaton que a la sazón contaba veintinueve años de edad y ya era un experto cineasta y reconocido cómico, gozando del fervor popular.

Sherlock Jr.
Basándose en un guión escrito por Jean Havez y Joe Mitchell sobre una idea de Clyde Bruckman, Keaton desde el primer momento pone en solfa con suave ironía todas las situaciones: así, por ejemplo, leeremos un letrero indicando que el padre de la amada del protagonista no tiene nada que hacer y se ha buscado un ayudante....
Keaton es un proyeccionista que además se ocupa de barrer la sala del cine y está estudiando un manual para convertirse en detective, su anhelo, de ahí y en clave de burla el uso de Sherlock Jr como indicativo de la enorme diferencia entre el mito y la realidad detectivesca del héroe, hombre de buena voluntad y sencillo enamorado que sufrirá algún que otro percance en su aventura amorosa y detectivesca.
Con menos de cuarenta y cinco minutos de metraje y en el silencio adornado por una banda sonora añadida Keaton cuenta con claridad un montón de sucesos a cual más imaginativo en una apabullante demostración de poderío visual pletórico de ideas que rinden homenaje al propio medio en que se exhiben, el cine, presentando ficción dentro de la ficción aprovechando que los sueños sueños son y en el país de Morfeo todo es posible, consiguiendo levantar una sonrisa y sorprender al cinéfilo poco avisado que se hallará de bruces con ideas vistas varias veces, siempre bebiendo de esa fuente silente, de ese manantial de ideas que, a poco que nos detengamos a meditarlo, representa una labor titánica si atendemos a los medios técnicos disponibles en la época.
Podría extenderme sobre las virtudes exhibidas como cineasta por Keaton que ya en esos albores sabía como mantener el ritmo de la acción eliminando pasajes innecesarios y circunloquios visuales y elogiar la expresividad de la imagen correspondida por el sutil gesto interpretativo, pero en este caso me parece mejor, más lógico y aconsejable dejar que cada quien forme su opinión dando un vistazo a esta imperdible obra cinematográfica.
Que la disfruten:


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