Revista Cultura y Ocio

Si el sabio no aprueba, malo; si el necio aplaude, peor

Publicado el 04 septiembre 2012 por Desequilibros
El sabio codicioso de nombradía cosecha a menudo dolorosos desengaños; porque aquellos cuyo encomio anhela, callan, y, al contrario, aquellos cuyo silencio apetecen, ensalzan.
Si el sabio no aprueba, malo; si el necio aplaude, peor Pero esto lo expresó ya insuperablemente Iriarte en una de sus primorosas fábulas:
Si el sabio no aprueba, malo;
si el necio aplaude, peor
Lo que no expresa Iriarte, acaso por exceso de bonachería, es que no todos los sabios apluden al genio naciente.
Los hay también comparables a la reina fecunda del enjambre de abejas, reina cuyo primer cuidado consiste en destruir inexorablemente todas las ninfas reales, a fin de evitar enojosas competiciones.
 
Nuestra vanidad es incorregible. Hallámonos en presencia de un necio que nos aturde con su charla insustacial y pedantesca. De pronto se dirige a nosotros, demuestra que nos ha leído y nos prodiga sonrojantes elogios.
En el acto cambia la escena. Y algo ruborizados por la instantánea rectificación, nos decimos: ¿tendrá talento este majadero?
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Santiago Ramón y Cajal. Charlas de café. Espasa Calpe. Madrid 2000
Es curioso cómo sabio y necio son dos términos demasiado próximos según el punto de vista con que lo veamos. Y, a menudo, intercambiables.

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