Revista Cultura y Ocio

Si las piedras hablaran -3: Los talladores de sílex

Por Jesús Marcial Grande Gutiérrez
Si las piedras hablaran -3: Los talladores de sílex
El maestro y su alumno paseaban entre los barbechos con los ojos fijos en el suelo. La imagen era sorprendente, pues era día de escuela: ¿Qué hacían en las afueras del pueblo en horas de clase un maestro y un solo alumno?
Alberto, que así se llamaba el niño de 9 años, hablaba excitado: - ¡Aquí hay una! - Y tomaba del suelo un grueso núcleo de pedernal, manchado te tierra.
- ¡Este nos servirá! -Contestó el profesor y lo introdujo en una bolsa de plástico.
Una hora después, en la casa del alumno, depositaron en el patio, junto a un pequeño  banco, los trozos de sílex encontrados. El profesor le pidió un martillo y tomó prestada una bayeta de la cocina. Luego le entregó su teléfono móvil para que le grabara. Después de algunas instrucciones sobre el manejo de la cámara, empezó a tallar la piedra con un canto de cuarcita. El profe se había documentado. Había visionado en YouTube varios videos de expertos talladores que imitaban el tallado primitivo del sílex con una habilidad extraordinaria. En pocos minutos esculpían una punta perfecta. El profe se  propuso imitarlos y comenzó a golpear los bordes intentando hacer saltar las lascas hasta encontrar un trozo prometedor. A los pocos golpes se rompió la cuarcita que hacía de percutor. Pidió a su alumno un martillo y continuó golpeando. El grueso nódulo de sílex estaba apoyado sobre sus muslos sobre la bayeta que protegía el pantalón. Lascas de varios tamaños se desprendían como proyectiles. - ¡Ten cuidado! Te pueden alcanzar.  -Le advirtió al joven cameraman.
Durante diez minutos estuvo golpeando la piedra. Algunos de los trozos arrancados ofrecían una forma curiosa. Uno de ellos semejaba una pequeña hacha. La guardaron. Entre las lascas más pequeñas algunas presentaban el filo de un bisturí. El profe realizó una demostración ante la cámara de como era capaz de cortar el papel como un cutter. Mientras se desprendían pequeños proyectiles a diestro y siniestro el profesor explicaba algunas curiosidades:
- ¿Sabéis que algunos practicaban el canibalismo? Lo sabemos por las incisiones que han dejado los filos en el hueso al descarnarlo...
- ¿Y que eran diestros? Esto lo conocemos por la dirección de ciertas rayas de corte que aparecen en el esmalte dental de muchos de ellos...
Entonces cogía la bayeta y, sujetándola con el brazo extendido entre la mano y los dientes, simulaba que estaba desollando la piel de un animal y que se le escapaba uno de los movimientos de corte alcanzándole los incisivos.
- La raya aparece en diagonal de arriba a abajo y de izquierda a derecha. Si fueran zurdos sería al revés.
Pero, ya sea por las imperfecciones de la piedra o por la impericia del profesor,  el tallado no se orientaba a forma interesante alguna. Con cierta impaciencia el profe golpeaba ya casi al azar, propinando fuertes golpes en los bordes. Saltaban astillas pétreas en todas direcciones. En un momento, el joven alumno, apartó el móvil y dejó de grabar. -Creo que se me ha clavado una..
Efectivamente, cerca de la comisura de los labios una pequeña esquirla se había clavado como una diminuta espina.  El profesor, alarmado, dejó las piedras y, cogiéndole de la mano, le llevó rápidamente al interior de la casa. Se dirigieron al  lavabo y allí, con unas pinzas, le quitó la pequeña aguja de piedra. Luego le pidió que se levara con agua abundante y jabón. Después le aplicaron una generosa ración de mercurocromo.  El profe estaba alarmado. La herida era insignificante, pero el alumno estaba en tratamiento de una  seria enfermedad: el cáncer. Cualquier infección le suponía un grave contratiempo en el tratamiento.  Llamó a su madre.
- ¿Dónde ha sido la herida? - La madre había imaginado, quizá, que la esquirla se le había clavado en el ojo...
- En la mejilla. Es diminuta, pero la hemos desinfectado bien...
La madre tranquilizó al profesor. Era el último día de asistencia. El paseo por el campo era una especie de premio después de tantos meses encerrado en casa, con un duro tratamiento de quimioterapia que incluía periodos de aislamiento en el hospital y un delicado trasplante de médula. Pero Alberto había salido bien de todo aquello y ahora, recuperado, ya estaba casi a punto de rehacer su vida normal. Afortunadamente la pequeña incisión de la herida no derivó después en infección alguna.
Volvieron al patio y recogieron los trozos de pedernal. Los metieron en una caja. El profe los llevaría al cole para dárselos a Ignacio, el profesor de ciencias. El sílex era una de las piedras más necesarias pues, aparte del valor geológico, es el material con que se construyeron numerosas herramientas en la prehistoria: puntas de flecha, hachas, raederas, hoces dentadas... incluso se usó hasta hace poco tiempo en los trillos y en las pistolas de chispa. Vendría muy bien para explicar a los chavales cómo se hace fuego golpeando dos de ellas o frotándola fuertemente con un trozo de acero. Ignacio las recibió interesado. - ¿Sabes que tenemos incluso yesca? Podemos realizar una demostración de cómo encendían fuego los neandertales...

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