Ya sabemos que en el mismo momento en que te
huelen el embarazo,
comienzan los consejos (no solicitados). Es algo inherente a la maternidad.
Tenga tu hijo la edad que tenga, da igual si tienes uno o tres, para un nutrido
grupo de mujeres (madres todas, por supuestísimo) eres tonta de remate y tus
decisiones serán siempre equivocadas. ¡Ahí queda eso! Siento ser tan tajante
pero estoy segura que todas vosotras estáis asintiendo en este momento con la
cabeza, ¿me equivoco?
Así es la maternidad, siempre tendrás a “la vieja del visillo”
vigilante, acechando y dispuesta a soltarte esa perlita que te dejará
patidifusa. En mi caso, los consejos, sugerencias o incluso amenazas (“sí, sí, tú métele en tu cama que no saldrá
hasta que le salga barba”) han sido muchos y variados en estos siete años
de vida en común con mi hijo. Sigue leyendo