Revista Cultura y Ocio

Si tus palabras fueran caricias...

Publicado el 30 julio 2011 por Xim
Si tus palabras fueran caricias...
Alex, chaval de doce años, le dedicó estos versos a su amado George de catorce:
-”Si tus palabras fueran caricias
mis miradas serían besos”...
Cuesta creer que un dulce e inocente efebo resuelva de forma tan gloriosa, la pasión que siente por su amado en sólo un par de frases, obviamente se trata, bueno, se trataba, de la mente calenturienta de un declarado pederasta del siglo pasado llamado Roger Peyrefitte, 17 de agosto de 1907 - París; 5 de noviembre del 2000, escritor e historiador francés.
Si tus palabras fueran caricias...
Luego de una corta carrera diplomática, fue uno de los escritores franceses más controvertidos de la segunda mitad del siglo XX. Estudió en diferentes colegios religiosos (jesuitas y lazaristas) del Sud-Oeste de Francia y luego en la Facultad de Letras de Toulouse. Finalmente entró en la Escuela Libre de Ciencias Políticas, de donde salió como el mejor de su clase en 1930. Fue secretario de embajada en Atenas entre 1932 y 1938. De regreso a París, renunció a la carrera diplomática en octubre de 1940 por razones personales (según sus escritos, por la sospecha que en su contra se adujo haber pervertido a un adolescente). Reintegrado al servicio diplomático en mayo de 1943, será destinado a París y en febrero de 1945 le obligarán a abandonar definitivamente la carrera diplomática. Ese mismo año señala el comienzo de su actividad como escritor e historiador.
Empezó su carrera como escritor con la novela titulada “Las amistades particulares” 1944, esta obra, le aportó una repentina notoriedad al obtener el premio Renaudot. El autor ya suscitaba allí el escándalo al revelar tendencias amororsas poco ortodoxas: en efecto el libro describe los amores entre dos muchachos de catorce y doce años, dentro de una atmósfera asfixiante de un internado católico de varones. Si bien la sexualidad está allí tratada con discreción, lo cierto es que está siempre presente como telón de fondo de los sentimientos exacerbados de los muchachos, y también de los adultos. Como cuando el joven Alexandre le pregunta a su amigo: «"George, ¿Sabes esas cosas que no deberías saber?»
Si tus palabras fueran caricias...
Se puede leer esta conmovedora historia como el enfrentamiento trágico, en el seno de una comunidad exclusivamente masculina, de dos "religiones": la de Cristo y la de los muchachos. Cada uno de los personajes principales es en mayor o menor medida atravesado por esta lucha entre el amor místico y el amor físico, entre el cristianismo oficial y la pedofília secretamente triunfante. Es justamente este carácter casi místico unido a la erudición del autor, al clasicismo del estilo y a una composición rigurosa, lo que han hecho de "Las amistades particulares" un verdadero libro de culto. Veinte años después de su publicación, la obra fue llevada al cine por Jean Delannoy (1964) recibiendo una triunfante acogida en la Bienal de Venecia. Sin tener la densidad ni la profundidad de la novela, esta adaptación es notablemente interpretada por el joven Didier Haudepin (Alexandre), Michel Bouquet (el padre de Trennes) y Louis Seigner (el padre Lauzon).
Durante el rodaje en la Abadía de Royamont, Roger Peyrefitte (de 57 años) se enamoró perdidamente de Alain-Philippe Malagnac de Argens de Villele, quien por entonces tenía sólo 12 años. La pasión que los unió duró varios años fue el motivo entre otros de los relatos "Nuestro amor" y "El niño de corazón". En 1980 y para financiar diversos proyectos económicos de Malagnac, Roger Peyrefitte vendió sus colecciones de monedas, libros raros y esculturas antiguas. Poco después Alain-Philippe Malagnac se casó con Amanda Lear. Malagnac tuvo una muerte trágica en el incendio de su casa tres meses después de la muerte de Roger. Peyrefitte siempre se proclamó abiertamente homosexual, o más bien pederasta: «¡Me encantan los corderos, no los carneros!» (J'aime les agneaux, pas les moutons!). Más todavía que André Gide, y al contrario de Henry de Montherlant de quien él fue durante largo tiempo amigo y cómplice. Peyrefitte concibió su carrera literaria como una militancia valiente y asidua en favor del amor a los efebos.
Si tus palabras fueran caricias...
"Las amistades particulares" es una punzante crítica del fanatismo religioso y la intolerancia, al mismo tiempo que un profundo análisis psicológico de los personajes, todo ello arropado por una brillante simbología que sirve de expresión al sentimiento, al amor de los adolescentes. Es casi una autobiografía inspirada en un episodio de su infancia cuando Peyrefitte estudiaba en un colegio religioso de jesuitas en el Sur de Francia. Es en esta etapa cuando se enamora por primera vez de un joven de 12 años, cuando él tenía 15, y sus familias les separan. Poco tiempo después se entera que su joven amado se suicidó; este hecho lo marca tan profundamente que comienza a escribir esta novela y continua, de una u otra forma, trabajando el hecho en las siguientes.
La expresión «las amistades particulares» en referencia a las relaciones homosexuales entre jóvenes fue acuñada en 1724 por el jesuita Joseph-François Lafitau (1681-1746) en su obra Moeurs des sauvages ameriquains, compare’es aux moeurs des premier temps. (París 1724, vol. 1, pp. 603-609, en español «Las costumbres de los salvajes americanos, comparadas con las costumbres de los tiempos primitivos»): «La atmósfera, o las amistades particulares entre los jóvenes que prevalecen casi de la misma forma de una punta a otra de América (..) Entre los indios norteaméricanos estas relaciones de amistad no acarrean ninguna sospecha de vicio aparente, aunque lo hay o puede haber realmente mucho vicio. Son de origen muy antiguo, y está muy claro su uso continuado, sagrada, me atrevo a decir, la unión que forman, los lazos que estrechamente unen como los de sangre y los naturales que solamente se rompen si uno de ellos se hace indigno por actos de cobardía que deshonrarían a su amigo, forzándole a renunciar a su alianza. (...) Los padres son los primeros en animar a esta amistades y respetan sus derechos (...) los dos se convierten en compañeros en de caza, guerra, en la buena y la mala fortuna; tienen derecho a ser alimentados y protegidos en el alojamiento del otro.»
MMXI = XIM+M

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