Revista Europa

Siddharta, Hermann Hesse

Por Oviversai

Spoiler alert!
¡Cuidado que viene con destripe!

Se nos presenta a un joven Siddhartha lleno de inquietudes que quiere calmar a través de la adquisición de conocimiento. Aunque desde fuera se le vea perfecto y completamente encaminado a ser lo mejor de cada camino que tome, él es insaciable, siempre tiene sed y nunca está satisfecho con sus aprendizajes.
En consecuencia, se dedicará a ahondar en las diferentes alternativas espirituales en las que se puede abrigar el ser humano.

Govinda será su fiel amigo y compañero de experiencias y permitirá que Siddhartha tenga unas conversaciones de alto trascendente intelectual. Podemos asociarlo a la etapa de la fase asceta, en la que se despersonaliza del yo y se abstrae de todo lo mundano. También me parece que Govinda puede ser la representación de la vida que hubiera llevado Siddhartha si no hubiera seguido los caminos que tomó.

Aparece Buda y su doctrina. Y le está bien empleado que Govinda se haga monje budista, porque siempre lo trata con soberbia, prepotencia, sorna y desdén. Así que ale, te quedas sin tu fiel amigo.
Con todo, el budismo no le persuade como doctrina porque está convencido de que Buda no llegó a donde está gracias a las palabras de esa doctrina, sino a sus experiencias. Así que Siddhartha se dispone a seguir su camino para experimentar lo necesario para alcanzar el estado tan perfecto que rezuma Buda o Gothama.

Ay, amigo. En el camino le da por despertar y, antes, como samana, que de todo se quería desprender, ahora ve el mundo por primera vez. Y, tachán. Aparece el deseo sexual y ya Siddhartha más que un intelectual, pasa a ser un listillo.

Engatusa a Kamala, dadora de buenas conversaciones, para que le enseñe sobre el amor. No sabe este ni na. Pero ella también es lista, pues para que Siddhartha pueda estar con ella, tiene que llevarle regalos y tener dinero. Qué raro, una mujer representada como mito erótico al que solo le importa el dinero, la clase social y las cosas materiales… A pesar de que el estereotipo ahí está, se acaba viendo que Kamala es más que eso, menos mal. En consecuencia, Siddhartha se vuelve mercader aunque no le llene para nada la actividad. Y, finalmente, después de aprender el arte del amor, se da cuenta de que esa vida tampoco es para él.

Y llegados a este punto me siento súper identificada con él después de todo lo que me ha hecho reír. Y es que lo que hace y lo que piensa no son congruentes. Por eso se siente mal e insatisfecho. No sé si es por el momento en que me ha tocado leerlo, pero me hace mucha gracia sus coqueteos con diferentes doctrinas y cómo lo va narrando. Al mismo tiempo que me hace pensar y dar vueltas a la cabeza. Pero no puedo evitar encontrarle el lado cómico.

Alcohólico, ludópata, mujeriego, pagado de sí mismo… Siddhartha opta por el suicidio. Tan ruin se ha visto al elegir este camino, que vuelve a renacer. Y se hace amigo del río y de un barquero que en su día lo trató bien.

Se vuelve barquero y, a diferencia de cuando aprendió a ser mercader, todas las labores que rodean esta profesión le agradan al estar siempre en contacto con el río.

Y ya está el bastante sereno al anular lo que es el tiempo y solo dejar que exista el presente, que aparece Kamala. Esta muere en sus brazos y le deja ahí a su hijo del mismo nombre, Siddhartha junior. Un niño ingrato, desagradecido, caprichoso, encabronado, que se enfrenta a él todos los días y acaba escapando de Siddhartha padre de una manera muy fea.

A mí me da la risa porque a este hombre le pasa absolutamente de todo y, quitando la poca dignidad con que llevó su vida de entrega a los placeres mundanos, el resto se lo toma con mucha filosofía y tal como viene.

Finalmente, lo que importa es el amor y el respeto por todas las cosas que hay en el mundo. Siendo un joven Siddhartha muy diferente al viejo sabio que acaba being, la evolución del protagonista es Interesante.

Voy a tener que leer este libro más veces. Me ha tocado en un momento en que me lo he tomado a risa y con mucha ironía. Supongo que en otra etapa de mi vida tomaré unos aprendizajes diferentes a los que ahora me llevo, que son unos cuantos.

Siddharta, Hermann Hesse

Volver a la Portada de Logo Paperblog