Revista Cultura y Ocio

Sifarnodo, la criatura de las noches de luna Oscura

Por Agora
Sifarnodo, la criatura de las noches de luna Oscura
Juan de Dios Sáez Clavijo
Sifarnodo. Noches de luna oscura
Murcia, 2011
Conozco la obra de Juan de Dios Sáez desde hace varios años, bastante años más bien- que el tiempo pasa con una velocidad, a veces, de vértigo-. Le seguí casi a diario- eufemismo para no decir mensual o bimensualmente- hasta la fatídica tarde de las Puñaladas Traperas, un 2 de diciembre.

Durante unos años le perdí la pista, hasta que esos inventos del demonio que son las redes sociales (facebook y twitter especialmente) volvieron a cruzar nuestros caminos personales y literarios.

Fue entonces cuando me encontré, en el Paseo de las Letras, en el Jardín de la Compañía, en Molina de Segura, con Juan de Dios Sáez, antes de ese momento mi relación había sido con un viajero, con un caminante, peregrino más bien, a quien conocía como JuanDel Trueno.

No sé si aquel JuanDel Trueno tiene algo que ver con Sifarnodo, nocturna criatura que vive encerrado en las mazmorras de Juan de Dios Sáez, aguardando la noche para “buscar los instintos más deleznables, las caricias más perversas y escarbar con sus largas y sucias uñas entre los sentimientos de los demás”, como nos cuenta en el prólogo el autor. Como os digo, no sé qué tienen en común, pero casi me atrevería a apostar por que aquel era un estadio anterior en el desarrollo evolutivo del nocturno Sifarnodo.

Y así, en la mezcla de ese deleznable ser (“me cuesta imaginar qué sería de la pobre bestia de Sifarnodo sin mí”) y de Juan de Dios Sáez (“aún me preocupa más pensar qué sería de mí sin él”), va naciendo día a día, noche a noche, el contenido del libro que nos ocupa- por cierto, Editor, excelente edición-.

Recopilación de “trocitos de vidas, de minúsculas historias, de sentimientos, de sueños, de realidades…” en el que algunas veces no sabremos si estamos ante el sueño, o ante la realidad, si el sueño se ha hecho realidad o si lo hemos roncado.

Destaco dos relatos, uno brevísimo: “Caminante”, con la muerte como protagonista, y el otro “Poeta enamorado”, un poco más extenso, me ha hecho reír un buen rato.

Pero hay más, mucho más, más de cien páginas de esos trozos de vida y, como termina el titulado “Y nadie se paró a pensar”, yo también quisiera ver lo que JuanDel Trueno, Sifarnodo o Juan de Dios Sáez esperaban de mí, porque así sabré contestar a lo que los demás le estáis preguntando.


Francisco Javier Illán Vivas

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