Revista Cultura y Ocio

Silencio. Thomas Raab

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Silencio. Thomas Raab
     "El día en que murió Karl fue un buen día.
     Un humo blanco procedente de la chimenea de ladrillo situada al otro lado del cerro se desplazaba como un velo de novia por el cielo despejado. debajo, el verde de los prados y bosques: jugoso, exuberante, extenso. A lo lejos, primero la suave elevación del Calvario, detrás la punta siempre humeante de la chimenea de la fábrica de acero, y ese silencio. Solo se oía el canto de los pájaros, el zumbido de los insectos, el crujido de las líneas eléctricas, el susurro de los árboles, el viento. Un lugar apacible para un instante fugaz."
     En esta ocasión traigo un regalo de Navidad tardío o quizás el primero que reciba este año. El caso es que hoy traigo a mi estantería virtual, Silencio.
     Conocemos a Karl cuando nace. Un niño deseado cuyo llanto atraviesa el pueblo de lado alado de forma incesante salvo en los escasos momentos que cae agotado. El rechazo que parece sentir por su madre pronto hace que ella caiga en una depresión, mientras que su padre, un hombre enamorado y de buen carácter, intenta imaginar qué misterio puede tener ese comportamiento. Karl no les odia, no odia a nadie. Lo que sucede es que nace con un oído muy desarrollado, y hasta el más mínimo ruido le vuelve loco de dolor, como si fuera a estallar su cabeza. Así que crece separado del mundo, aislado, sin luz, sin ruido, sin reglas. Pero las reglas son importantes, al menos las básicas que hablan del bien y el mal, de la vida y la muerte. Cuando alguien no entiende esas reglas corre el peligro de convertirse en un monstruo.
     Es inevitable, me temo, pensar en Jean Baptiste Grenouille, protagonista de "El perfume" tras leer la sinopsis de este libro. Y además el autor lo ha aprovechado, ha sido consciente, aunque aquí no hay mujeres a las que robar esencias, y la infancia del niño juega un papel crucial. Escrito a modo de thriller psicológico de esos que cargan la atmósfera de forma constante más que con subidas de adrenalina provocadas por giros y sustos, nos va descubriendo la vida de Karl y también la del policía que será su reverso. Un niño al que comprenderemos en su desdicha, pero que se mantendrá también apartado de un lector que no logra sentir lástima por él. Incluso antes de conocer sus atrocidades, ya le tenemos antipatía, como si Raab quisiera retarnos a no sentir pena por su discapacidad provocada por exceso. Este monstruo demoledor que protagoniza la novela se arma de esa supuesta inocencia, y cuando digo supuesta es juicio personal, para aterrorizar aquellos lugares por los que pasa, y también los jos del lector.
     Sin embargo, lo que parecía ser una historia prometedora, no logra mantener el ritmo hasta el final, y leídas las dos terceras partes se estanca ante un autor que opta por magnificar lo que sucede para así intentar no perderos. Y no hace falta eso, el lector ya es fiel a esas alturas y quiere saber qué va a suceder con Karl y, sobre todo, qué va a aprender.
     Silencio me ha parecido una novela que bebe de el perfume, parte de una buena idea y no termina de rematarla bien. No obstante, me ha parecido francamente entretenida. Y solo con pensar en su protagonista, tan bien descrito para que todos le pongamos imagen en apenas media docena de palabras, se me ponía la carne de gallina.
     Y vosotros, ¿recordáis a algún personaje que os haya hecho estremecer?
     Gracias.

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