Revista Insólito

Silencios que matan

Publicado el 25 noviembre 2011 por Japtiz
Su cuerpo inerte yacía en la cama, con la cabeza recostada en la almohada que tantas noches se empapó con las lágrimas que tan dolorosamente derramaba. Hoy su vida se enfrentaba al ocaso y con ella, su sufrimiento.
Nunca imaginó que él fuese capaz de lastimarla. Él, que un día prometió amarla, respetarla y protegerla era quien había borrado la sonrisa en su rostro y el bello color rosa de su boca para reemplazarlo con el carmín de la sangre que sus reventados labios derramaban.
Nadie pudo ayudarla, nadie pudo escuchar los gritos desesperados de su alma. Su cuerpo se había recuperado de las heridas, el color púrpura en su rostro se había desvanecido casi por completo; pero su frágil corazón no pudo recobrar la fuerza y la vitalidad con la que latía, su voluntad por aferrarse a la vida estaba totalmente perdida. Él le había arrebatado su dignidad, su sonrisa, el brillo de sus ojos y la esperanza de un mejor mañana; pero no, jamás le concedería el placer de arrebatarle la vida.
Valor o cobardía, no sabía distinguir la naturaleza de su decisión pero ya estaba tomada. Incapaz de ver la luz nuevamente, no logró hallar el sendero de vuelta a su felicidad. Con un frasco de antidepresivos vacío y el corazón roto de tanta soledad, la tristeza fue el único testigo de su último suspiro.



La violencia contra la mujer es un tema que con el paso de los años ha cobrado fuerza y mucha más atención. Hoy en día los casos salen a la luz y las víctimas pueden obtener ayuda legal, sin embargo el mayor problema radica en el silencio. Los golpes, las fracturas y otras lesiones tarde o temprano sanan, pero el daño a la autoestima y a la integridad es difícil de reparar. Como resultado de ello, el aislamiento y silencio se adueñan de las víctimas, conduciéndolas a un estado de depresión extrema que, en el peor de los casos, termina con la muerte a manos de su agresor o de sus propias manos.
Como mujer, me indigna de sobremanera esta situación. Si queremos erradicar la violencia contra las mujeres debemos comenzar en casa. Soy hija de una valiente mujer que superó situaciones difíciles a lo largo de su vida, la violencia doméstica fue una de ellas. Tanto padres como madres tienen la responsabilidad de hacerle saber a sus hijos e hijas lo mucho que valen y que NADIE tiene el derecho de menospreciarlos o causarles daño, tanto físico como emocional. Tú, que me lees en este momento, si eres mujer y sufres de violencia BUSCA AYUDA, si conoces a alguna mujer que es presa de su propio silencio bríndale todo el apoyo y ayuda que puedas.
A una mujer.... ni con el pétalo de una rosa...
-Un marinero de Bengalí-


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