Revista América Latina

Silvio y el hijo pródigo que vive dentro de sí

Publicado el 16 julio 2014 por Ángel Santiesteban Prats @AngelSantiesteb

Vicente Feliú y Silvio Rodríguez en AngolaNunca he defendido a Silvio Rodríguez, porque, en cuanto a actitud ciudadana, es indefendible; pero no me gusta –cuando todos infieren que existe un árbol caído y se intenta trozarlo para hacer leña– formar parte del convite.

Es cierto que en la entrevista que recientemente se dio a conocer, y que él concediera en Holguín, donde cumplimentaba su concierto número cincuenta y ocho de su gira por los barrios de Cuba –tras la experiencia recogida en su recorrido– aceptó que: “he aprendido que la gente está jodida, muy jodida, mucho más jodida de lo que pensaba”.  Le confesó al periodista lo que considero un acto de desgarramiento. Por supuesto, eso no quiere decir, supongo, que Silvio se convierta en opositor al régimen cubano. Pero esta contradicción en su alma, sí es un paso de avance para limpiar su conciencia de apoyo al totalitarismo –doblemente irresponsable– cuando viene de alguien que fue lastimado en sus años de juventud por aquellos que luego apoyó.

silvio fidel
Desgraciadamente, así reaccionó casi la totalidad de los intelectuales de aquella primera generación de artista de los sesenta. Siempre digo que el miedo caló profundo, hizo metástasis en sus huesos;  fue tanto que los confundió. A veces pienso que les inocularon un virus, porque, en su mayoría, al menos los que yo conozco, son contrarios al poder y piensan que todo fue en vano, que les mintieron, y sin embargo, continúan moviendo banderitas y dedicando loas al gobierno con el mismo miedo que desarrollaron en los setenta, momentos en que alcanzó el clímax mayor. Nunca han podido distanciarse de ese miedo que viaja con ellos y los domina.

Estoy seguro que para el trovador, aceptar públicamente –en total acto de conciencia– la situación real que vive la sociedad civil cubana –en la cual él no tiene participación por su situación económica, pues es millonario– y desde su posición oficialista, es un acto de fe consigo mismo. Su dinero –ganado con su arte– lo ha alejado del primer compromiso del artista, que es la suerte de su pueblo. Confío ante todo en el ser humano, y en las virtudes que llevan los verdaderos artistas, los cuales solo se deben ver comprometidos con la realidad de su tiempo y con el dolor del pueblo, aún cuando sus beneficios sean contrarios, aún cuando le vaya la vida, deben ser honestos.

silvio El ché
Silvio Rodríguez creció en una generación a la que Fidel Castro les juró beneficiar, les prometió que todo tiempo futuro sería mejor. Hoy saben que fueron engañados, despiertan –nunca tardíamente– y ven que su entorno es peor que antes de 1959. Muchos artistas, la gran mayoría de los que abandonaron el país sorpresivamente, quedándose en las giras por el exterior, se mostraron comprometidos con la dictadura hasta el último minuto que se mantuvieron dentro de la Isla, y una vez fuera, cambiaron radicalmente el discurso, y –a pesar de las críticas por sus actitudes– fueron aceptados. Entonces, ¿por qué no aceptar a quien despierta dentro del archipiélago, al que comienza a decir –sin necesidad de tomar distancia– la otra realidad oculta por la oficialidad?

Por supuesto, luego de esta crítica al gobierno de los Castro, el trovador mostrará un patinaje; seguramente, intentará mostrar que solo fue un resbalón ideológico, aunque todos sepamos que se trata del nacimiento del otro Silvio que convive dentro de el, y que –a ratos– le da por escapar, tomarse un aire de libertad, y buscarle problemas al Silvio estereotipado y comprometido con aquella “revolución” que nunca llegó, y a la que dedicó gran parte de las letras de sus canciones, convencido –por supuesto– de apoyar lo mejor para su pueblo, y para sí.

Me gustaría creer que la verdadera revolución está ocurriendo dentro del hombre sensible que es, y que al final, ha sido el gran engañado, aferrado, hasta el último momento, a las bondades prometidas para su pueblo, y que ahora descubre como atraso, un montaje de una familia manipuladora que se apropió de un país, de varias generaciones, de millones de vidas, solo por el bienestar propio, pues apuestan aún, por ser los únicos ganadores del gran sacrificio impuesto a una población.

Su conciencia, casi sin quererlo Silvio, lo ha llevado a parecerse al discurso de su hermano inseparable, Pablo, el que –quizá– no tuvo las herramientas y el valor necesario para hacerlo como él, y su camino donde demostraba su libertad quedó trunco, ambiguo, y hasta –a veces– contradictorio, pero sabemos lo difícil que resulta desnudarse en público.

Quizá existan canciones de Silvio más aterrizadas en cuanto a la realidad cubana –o aún estén por componerse– y sean los nuevos himnos de los jóvenes de estas generaciones que, como las nuestras, las cantarán a coro, y ello es lógico, porque la vida del poeta en sus últimos quince años, ha sido acompañada por su esposa, más joven, con una visión diferente de entender las cosas, ya no tan comprometida, y que –al traerle nuevos retoños–  obligó al artista padre, a volver a comenzar ese camino –ya transitado por él desde otra perspectiva– ahora asumiendo los retos de otro tiempo, y con la responsabilidad de garantizarle a esos nuevos árboles, un futuro digno, y sin tener que sacrificarlos como sucedió con su hijo el artista Silvito el Libre, con el que –después de extendidas y profundas conversaciones– hacían treguas sin entenderse. Ahora no puede repetir ese discurso de padre comprometido con la política del momento, con la nueva generación que crece dentro de su casa, y justificar el proceder del Estado, que –a ciencias ciertas– ni el mismo puede entender ya.

Silvio Rodríguez no ha traicionado su ideología, no ha cambiado su postura inconsecuente ante la realidad de su pueblo, solo ha germinado la verdad desde su impostergable sensibilidad, a la cual la vida le ha impuesto “trampas”, en el mejor sentido de la palabra, y se ha visto obligado a renovarse como ser, como padre, como ciudadano y artista, y lo ha llevado a actualizar su discurso, en aras de no repetirse con su nueva generación de hijos. La honestidad le quitó aquel viejo abrigo que por décadas, cubrió sus esperanzas, aunque en la mayoría de las ocasiones nos lo trate de esconder por su disciplina ideológica, exigida por sus compromisos con la oficialidad y de la que ahora le es muy difícil desprenderse, o –más aún– ser consecuente con su discurso oficial, como esa bobería de la llamada telefónica de uno de los espías que quizá usó como cortina de humo para tapar lo que había dicho anteriormente sobre la difícil realidad de los cubanos que recién descubrió.

Lo que si no deja de ser una pena, es que, en tan extensa entrevista, solo se resalte una oración, y que obviemos tantas cosas interesantes sobre el arte, como dice el poeta, y le damos la razón en que la frivolidad gana en la mayoría de las ocasiones.

“Ojala”, nos lleguen esas nuevas canciones como “una luz cegadora, un disparo de nieve”, y que se lleve todo lo malo, y aparezca su voz en defensa de esas Damas de Blanco que tanto merecen el reconocimiento de todos, y de esa otra realidad que, en general, hacen nuestra nación, que en algún momento, deseamos cercano, sirva para convivir con diferentes pensamientos, perspectivas, y lo hagamos en armonía.

firma-3

Ángel Santiesteban-Prats

Prisión asentamiento de Lawton. Junio de 2014

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Para que Amnistía Internacional declare prisionero de conciencia al disidente cubano Angel Santiesteban

Angel Minit Lawton

Para firmar la petición siga el link:

https://secure.avaaz.org/es/petition/Para_que_Amnistia_Internacional_declare_prisionero_de_conciencia_al_disidente_cubano_Angel_Santiesteban/?fbss

 


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