Revista Salud y Bienestar

Sin líneas ni sistemas

Por Ritacoach @ritatonecoach

 Sin Líneas ni Sistemas           Hace un tiempo que, al menos en mi ciudad, se ha puesto de moda un nuevo producto para robar, en busca del cobre con el que están construidas: las líneas telefónicas. Asimismo, días atrás, se cayó un sistema que sostiene cierto tipo de aparatos telefónicos inteligentes.

   Asistí entonces, durante el transcurso de ambos acontecimientos, a un espectáculo de caos rayano en la locura.

   Esto me llevó a reflexionar sobre la debacle que podría generarse entre los seres humanos si se les impidiera comunicarse.
Pero, y aún, cuando todas las líneas y sistemas funcionan en perfectas condiciones… ¿Nos estamos comunicando?

   Comunicarse no es hablar.

   Comunicarse no es escuchar.

   Comunicarse no es enviar un mail.

   Comunicarse no es escribir un mensaje de texto.

   COMUNICARSE es hablar mientras otro escucha, enviar un mail si el que lo recibe, lo responde, mandar un mensaje de texto que tenga una respuesta. Y mucho más aún, lograr la certeza de que el otro escuchó o leyó, lo que dije o escribí, e interpretó lo que quise trasmitir.

   ¿Cómo te comunicás?

   ¿Contestás los mails?

   ¿Respondés con un gesto de asentimiento cuando te hablan?

   ¿Suponés que el que te envió un mensaje de texto, sabe que lo recibiste?

   ¿Tiene sentido que te preocupe tanto que se caiga un sistema o se roben las líneas si cuando contás con esos recursos no te comunicás bien?

“Yo sé que usted cree comprender lo que piensa que yo he dicho, pero no sé si se da cuenta de que lo que usted ha oído no es lo que yo quería decir.” Pierre Rataud

   Y aquí luce su rol indispensable la ASERTIVIDAD. La asertividad es, en pocas palabras, tener la certeza, por eso te decía que cuando intentás comunicarte, es necesario que tengas la certeza de que lo que dijiste se escuchó (no sólo se oyó) y se interpretó tal como querías comunicarlo.

   Los seres humanos somos emocionales y una interpretación equivocada puede provocar dolor y tristeza. Comunicarnos es también, cuidar las emociones que sustentan un vínculo.  

“Al abrirnos a las diferencias perturbadoras, a veces, descubrimos que la manera de interpretar el mundo de otra persona es verdaderamente esencial para nuestra supervivencia.” Margaret Wheatley

   ¿Tenés en cuenta las emociones del otro al decir lo que decís?

   ¿Valorás la mirada del otro al escucharte?

   ¿Respetás las respuestas aunque no sean las que querés escuchar?

“El ser humano puede realizar una mirada sobre su emocionar, puede reflexionar porque tiene el lenguaje. Todo vivir humano ocurre en conversaciones y es en ese espacio donde se crea la realidad en que vivimos.” Humberto Maturana

 “La esencia de la comunicación es prestar atención a las emociones ajenas.”

   Comunicarte asertivamente es una competencia que te abrirá puertas, en tus relaciones, en tus actividades, en tu vida diaria.

   El lenguaje es creativo, no sólo descriptivo, por lo tanto, cuando hablamos, estamos creando realidades. Todo es una conversación y existe una relación directa entre cómo conversamos y los resultados que logramos. Cuando nos comunicamos, no nos limitamos a escuchar y hablar sino que está en juego toda nuestra dinámica humana.

En cierta isla del Pacífico Sur, los aldeanos practican una extraña forma de tala de árboles. Si un árbol es demasiado alto y grande para derribarlo con un hacha, los nativos lo tumban gritándole. Leñadores con poderes especiales se paran frente al árbol al amanecer y le gritan con todas sus fuerzas. Continúan así por días, hasta que el árbol finalmente cae. La teoría detrás de este ritual, es que los gritos matan el espíritu del árbol.

Nuestra reflexión frente a esta lectura será, seguramente, de “comprensión” por la falta de cultura y evolución de estos nativos, sin embargo, nosotros, los evolucionados, a veces, tenemos una conducta similar.

Gritar a las cosas vivas tiende a matar su espíritu.

Las piedras pueden romper nuestros huesos, pero las palabras rompen nuestro corazón.

Las palabras no se las lleva el viento, las palabras dejan huella, tienen poder de creación, y esa creación dependerá de cuánto estimemos nuestras relaciones.

Por el placer de compartir.


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