Revista Psicología

Síndrome de Peter Pan

Por Clotilde Sarrió Arnandis @Gestalt_VLC

Este artículo nace de mi curiosidad por el estudio
de los estilos de relación que se establecen en la edad
adulta según las formas aprendidas en la infancia
al interactuar con el otro en nuestro seno familiar,
o familia de origen, así como los vínculos establecidos
como consecuencia de dicha interacción.

Clotilde Sarrió.
Terapeuta Gestalt

 

Síndrome Peter Pan y problemas de pareja

 

Dada la extensión de este artículo, he preferido fraccionarlo en dos partes. Esta primera entrega es más bien conceptual y aborda las generalidades así como el perfil psicológico del síndrome de Peter Pan. En la segunda entrega se incidirá en los problemas de pareja, el tratamiento psicológico del síndrome y se hará una mención especial al llamado Dilema o Síndrome de Wendy. 

Síndrome de Peter Pan

En las consultas de psicología y psiquiatría es frecuente que alguien –por lo general una mujer– acuda a nosotros con la queja de que su pareja se comporta como un niño y le resulta difícil conseguir que se responsabilice de las tareas que le corresponden en la dinámica doméstica, una situación que la hace sentir más como madre que como una verdadera esposa o pareja.

Cuando esto sucede, es muy probable que nos encontremos ante lo que el psicólogo norteamericano Dan Kiley denominó Síndrome de Peter Pan, un término con el que describía ciertos rasgos comunes a unas personas que no quieren dejar de ser niños y no saben –o no pueden– dejar de ser hijos, ni por tanto convertirse en padres, lo que produce un desfase entre su edad cronológica y la escasa madurez afectiva que les caracteriza y repercute en el rol que de ellos se espera en una relación de pareja, pues son incapaces de asumir sus obligaciones y se comportan como un niño que habitara en el cuerpo de un adulto y se resistiera a crecer, no aportando por tanto seguridad ni protección a su núcleo familiar.

El término Síndrome de Peter Pan comenzó a utilizarse después de que Dan Kiley publicara en 1983 del libro «El síndrome de Peter Pan, la persona que nunca crece». Si bien a este síndrome no se le reconoce como una enfermedad propiamente dicha, pues no aparece codificada como tal en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), es un hecho que los profesionales constatamos su existencia en la práctica psiquiátrica y psicológica diaria.  

Adultos que no quieren dejar de ser niños

Quienes sufren este síndrome, al no distinguir la diferencia entre ser adulto y haber crecido, acaban asumiendo un rol pasivo e inmaduro en su afectividad adulta que origina, entre otros, serios problemas de pareja que pueden terminar con la ruptura de la misma.

Pero comencemos por el principio y consideremos que en su crecimiento, el niño encuentra con una serie de necesidades relacionadas tanto con con su desarrollo físico como psíquico (abarcando las areas de su sexualidad, intelecto y socialización), necesidades que deberá satisfacer para que su evolución no se interrumpa y que, de no ser debidamente cubiertas –bien por frustración o por un exceso de gratificación– darán lugar a fijaciones que les harán estancarse en las etapas inadecuadamente resueltas en la infancia y desarrollar ciertos rasgos en su carácter.

Todos nacemos en una familia concreta y a su vez en una coyuntura, un modelo y un situación también concretas en las que nuestros progenitores son consignatarios y custodios de su propia historia e impedimentos. En los primeros años de la vida, el niño aprende a formarse como persona conforme va manejándose con situaciones como son la satisfacción o la frustración, la necesidad, la dependencia, la intimidad, el placer y la relación con quienes representan la autoridad. Es así como se aprenden las conductas que se arraigan en la adultez.

Consideremos también que la vida y el comportamiento del ser humano son el resultado de la interacción individuo-ambiente en el marco de un campo que cambia continuamente. Así, el comportamiento del individuo dependerá del carácter de la relación que se establezca entre él y su ambiente. Si esta relación es confortable el comportamiento del individuo será armónico, fecundo y cambiante, mientras que si la relación es problemática, el resultado será un estancamiento y un desequilibrio.

Visto esto, destaquemos que el Síndrome de Peter Pan suele debutar en la infancia coincidiendo con una carencia afectiva y una falta de atención por parte de los padres, y es por ello que, cuando estos niños llegan a la edad adulta, experimentan dificultades en el control de sus sentimientos, les resulta difícil aceptar las emociones propias de la adultez y al ser conscientes de ellas sienten miedo por el desconcierto que les ocasionan.

Por lo general, quienes padecen este trastorno suelen ser personas con una gran inmadurez, inseguridad personal, baja autoestima, dependencia emocional y miedo a ser rechazados. Como consecuencia de ello, es frecuente que sus necesidades afectivas estén distorsionadas y esperen que su cónyuge les ofrezca un trato maternal.

Generalidades  

Por lo general, quienes sufren este síndrome –varones casi siempre– no son conscientes de su trastorno hasta que surge un evento grave en sus vidas que les obliga a plantearse lo inadecuado de su conducta y del rol que desempeñan cuando tienen que enfrentarse con el mundo real como los adultos que son.

El Síndrome de Peter Pan se suele dar en adultos que en su infancia fueron espectadores de un ambiente familiar que se desmoronaba ante ellos y unos padres –siempre angustiados– que cedían con facilidad a sus demandas, predisponiéndoles a obtener rápidas recompensas sin realizar esfuerzos. En este contexto, es fácil que se forjen adolescentes con dificultades para adquirir su propia personalidad que, al llegar a la edad adulta, podrán parecer seductores y divertidos apenas se les conoce pero que pronto se desinflan y ponen al descubierto todas sus inseguridades así como una depresiónsubyacente que se asocia a serios problemas de relación, tanto en lo laboral como en social y afectivo, debido a su inadaptación y dificultad para asumir responsabilidades.  

Los adultos Peter Pan suelen sentir atracción por ciertas actividades propias de la infancia y de la juventud, etapas que idealizan como mecanismo defensivo para negar la realidad de que el tiempo ha transcurrido y ellos han crecido. Son una especie de niños atrapados en el cuerpo de un adulto.

Su actitud tiende al egoísmo, de tal modo que acostumbran a exigir y juzgar a los demás; les gusta recibir pero son reacios a ofrecer; también son remisos a trabajar por miedo a perder su libertad ya que no les gusta contraer compromisos.

Aunque en su fuero interno se sienten insatisfechos con su situación, no hacen nada por resolverla y se las ingenian para que sean los demás quienes asuman las responsabilidades que a ellos les corresponderían.

Al igual que sucede en ciertas etapas de la infancia, quien sufre el Síndrome de Peter Pan “lo quiere todo”, pero sin esforzarse para conseguirlo, por ello necesitan tener a su lado a otras personas que los mantengan y les satisfagan unas necesidades que ellos acaban planteando como exigencias.

Perfil psicológico

  • Suelen idealizar la juventud para negar su madurez.
  • Temen a la soledad.
  • Son inseguros y tienen baja autoestima.
  • Egocéntricos.
  • Egoístas.
  • Narcisistas.
  • Irresponsables.
  • Tienen dificultad para entablar relaciones simétricas y equitativas, por lo que les cuesta asumir compromisos por miedo a perder su libertad.
  • Son reacios a ejercer autocrítica.
  • Trasladan a los demás sus responsabilidades, infravalorándoles y haciéndolos sentir responsables.
  • Tienen una baja tolerancia a la frustración, por lo que siempre están insatisfechos, aunque no sean capaces de tomar iniciativas para afrontar los problemas. Este rasgo se acentúa cuando se les contradice o se emite una opinión que no les gusta; su reacción en estos casos suele ser el equivalente a un berrinche infantil.
  • Buscan afecto y reconocimiento, pero al relacionarse no son conscientes de que pueden lastiman al otro o vulnerar algún acuerdo previo de respeto o lealtad.
  • Su egocentrismo les lleva a buscar protagonismo sin reparar si pueden lastimar a alguien.
  • Al no soportar la frustración, tienden a evadirse de la realidad y a buscar refugio en realidades virtuales (por ejemplo redes sociales) que no les supongan compromisos. En este sentido, el sexólogo y psicólogo clínico Antoni Bolinches (Barcelona, 1947) advierte del refugio adictivo placentero que puede suponer Internet para este tipo de personas.

La bibliografía de este artículo se publicará en la segunda parte del mismo.

Clotilde Sarrió – Terapia Gestalt Valencia

Imagen morgueFile: http://mrg.bz/HU2w5M

Licencia de Creative Commons
Este artículo está escrito por Clotilde Sarrió Arnandis  y se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España .


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