Sitges día 4 | más vale tarde que nunca…

Hoy me levanté con un dolor de cabeza horrible, solo de pensar que la primera sesión de hoy era The Voices con Ryan Reynolds como protagonista se me venía el mundo abajo. Nunca me ha gustado Reynolds, y desde su “magistral” aparición en Linterna Verde intento evitarlo a toda costa (como todos). Sobre The Voices había leído cosas muy dispares, pero todos acertaban en que Reynolds estaba mejor de lo normal y que la película era una jodida locura. Efectivamente, no se equivocaban. La película trata sobre un enfermo mental que abandona su medicación y como consecuencia de ello empieza a oir las voces de su perro y su gato. Toda una auténtica bizarrada.

No os dejéis engañar por la apariencia, The Voices funciona mejor que la mayor parte de las comedias actuales. Despues de haberme reído durante hora y media con Reynolds (¡Me lo dicen y no me lo creo!) me puse en marcha dirección Mercadona. Tras hacer la compra y comer algo a ligeras volví al Auditori para ver en esta ocasión Reality, la nueva película del director de Rubber.   Me dejé caer antes de empezar la película por el espacio FNAC y acabé por comprarme en Blu-Ray: Creepshow y El ejercito de las tinieblas. Con respecto a Reality solo puedo decir que me pareció una ida de olla del director de principio a fin. Es de esas películas que mientras la ves estás pensando: ¿Qué mierdas estoy viendo? Eso si, la película mola pese a que ande siempre dando vueltas en circulos y nunca termine por arrancar. Lo dicho, toda una locura de película que gustará a todo aquel que busque algo diferente.

Tras otra hora y media de risas pasé a hora y cuarenta minutos de aburrimiento total con A Girl Walks home alone at night. ¡Cuantisimo daño han hecho los hipsters al cine! Es ponerme a hablar sobre “A girls walks home…” y se me producen sarpullidos por todo el cuerpo. Vaya cosa más poser. Lo mejor de todo fueron los gafapastas de turno hablando tras la proyección de lo genial que fue la película y del serio problema que tiene la gente al no saber apreciar este tipo de cine. ¿Pero que me estáis contando? Es con diferencia lo peor que he visto este año en Sitges. Es que cada vez que lo pienso… Fotografía en blanco y negro, media hora de momentos musicales, un vampiro en patin. Sí, señores… ¡En patin! Mejor me callo y dejo de hechar bilis. Ni a mi peor enemigo le recomendaría esta película. Pero eso si, fue gracioso ver a más de medio Auditori durmiendo.

Luego le tocó el turno a Cold in July, película que no pude ver por dos razones. La primera de ellas es que a los diez minutos de haber comenzado la película hubo un parón en la proyección y estuvimos esperando a que se reaunadara, la segunda fue que si decidía ver Cold in July por culpa de ese parón me perdería The Canal. Finalmente opté por ver The Canal. ¡Y vaya sorpresa! Hacía mucho tiempo que no veía una película de fantasmas que me atrapase tanto como lo hizo esta. Lo mejor de la película es tanto su montaje como su ritmo. Y es que el ritmo de la película hace que los sustos sean constantes y que el espectador esté atento en todo momento a la pantalla. Muy recomendable.

Y este fue mi cuarto día en Sitges, un día bastante movidito en todos los sentidos. Mañana me espera un día largo, y yo… ¡Yo estoy muerto de sueño!

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