Revista Cultura y Ocio

Sobran las palabras – @EvaLopez_M

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

 «La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados».
Jean Paul Friedeich Richter

O también puede ser un infierno, del que por más que lo intentemos, no podamos escapar.

Mi nombre es Ana, tengo 28 años y hace cinco sufrí un aparatoso accidente de tráfico. Llegaba tarde a una cita importante, y en una curva perdí el control del coche que se despeñó por una cuneta, a la misma velocidad a la que se desmoronaba mi vida. Cada vuelta de campana la viví del todo consciente; como quien está en un parque de atracciones dentro del looping de una montaña rusa, en el que la fuerza de la gravedad abandona tu cuerpo, y el suelo y el cielo invierten la posición en el mundo.

En varios giros completos.

Y por fin, todo se detiene en seco, y abres los ojos y parpadeas fuerte y muchas veces, pero no es un sueño.

Los bomberos tardaron tres horas en poder rescatar mi herido cuerpo de entre el amasijo de hierros, en el que se convirtió el Golf blanco; lacado entonces del rojo de mi propia sangre.
Lo peor fue que una de esas hojas de acero afiladas me seccionó la garganta. Mis cuerdas vocales quedaron tan dañadas, que después de tres operaciones y dos años de apoyo médico constante y rehabilitación logopédica, dieron por perdida mi voz en este mundo de ruido.

La segunda parte de mi vida, ha sido aprender a vivir en el silencio. En el que el ingenio inventa formas de comunicación más directas si cabe que el diálogo:

Verter dentro de un beso todas esas cosas que me gustaría decir y no puedo.

Calmar con una caricia toda la furia del mar que llevo dentro.

Detener el mundo en un abrazo cuando necesito que me lean los labios.

Pero sobre todas las cosas está el poder escribir. Escribir me ha salvado de este mutismo impuesto, en el que sobran las palabras, pero absolutamente, ningún sentimiento.

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