Revista Deportes

Sobre el certamen de becerradas 'Doctor Juan Pedro de Luna'

Por Malagatoro

Alvaro-Lorenzo

Alvaro Lorenzo, de la escuela taurina de Toledo

Otro éxito ha sido la celebración de estas becerradas, que ya van por su segunda edición, de la  que tiene mucho que ver la buena labor, no exenta de muchas dificultades, que vienen desarrollando  los responsables de la Escuela Taurina de Málaga, Oscar Plaza y Oscar López. Aunque con menos público que el que acude a las novilladas previas a la feria de agosto, lo cierto es que los que estuvimos en la Malagueta no salimos defraudados. No voy a hacer un desglose pormenorizado de lo acontecido, pues para ello les recomiendo las magníficas crónicas, que reflejan la auténtica realidad de lo que se vio en ambos festejos, que ha publicado José Daniel Rojo en Malaka Taurina. Destacar que los chavales mostraron las condiciones técnicas necesarias para no hacer el ridículo y evitar el percance, lo cual no es poco, y  habla a favor de la labor, que en este sentido, se lleva a cabo por las distintas escuelas participantes con esto chavales que empiezan. Los añojos de Manuel Angel Millares en general dieron buen juego, aunque algunos flojearon, destacando el bravo y encastado  premiado con la vuelta al ruedo y con el que Carlos Aranda de la escuela de Baeza estuvo francamente bien, haciendo un toreo ortodoxo, templado y con sabor. También Filiberto Martínez, de la escuela de Albacete, demostró buenas maneras.

Me sorprendió gratamente Alvaro Lorenzo, de la escuela de Toledo. Fue el que dejó sobre el albero de la Malagueta los momentos más toreros. Temple, quietud y ligazón son los pilares de su tauromaquia. Bien colocado, embebiendo al añojo con un suave toque con la bamba de la muleta, cargando la suerte en el momento preciso, sin aliviarse, llevándolo toreado y rematando en la cadera. Dejando puesta la muleta para ligar las series. Sin aspavientos, sin concesiones a la galería, lo que, al parecer, ahora en esta tauromaquia postmoderna, constituye un pecado gravísimo, porque como nos dijo un responsable de una escuela y uno que estuvo en el palco, es que “no transmitía”, no “crea espectáculo”. Pues en esas estamos y así va esto. El señor que presidía, ni sus asesores se percataron de nada y además negaron la oreja pedida mayoritariamente al chaval. Claro, es que como “no crea espectáculo”… “como no transmite”…

En cuanto al local José Antonio Lavado, le volví a ver esas buenas maneras que posee, tiene esa gran virtud de que le funciona la cabeza delante de los becerros, lo que le permite resolver dificultades delante de la cara de sus oponentes y posee un gran valor. Manejó bien el capote con mucho temple y torería, y quiso hacer el toreo serio con la muleta en una faena en la que hubo demasiados altibajos. Le faltó cruzarse más en el primer cite porque el animal lo requería al abrirse en el embroque, hubo demasiado pico muleteril y poca ligazón, y en varios momentos de la faena toreó muy despegado. Otras veces citaba fuera de cacho encorvando antiestéticamente la figura. Está empezando y así debe juzgarse, por lo que debe seguir progresando ya que condiciones y valor tiene a espuertas, pero ha de decidir si quiere ir por el camino del toreo serio, clásico, o quedarse en un toreo superficial y quizás más efectista ahora para el público que suele asistir a estos festejos gratuitos. En eso también tienen mucho que decir sus profesores de la escuela taurina. Porque, todos sabemos que la realidad es otra, que el camino para ser torero es largo y muy duro, y las ovaciones, las orejas facilonas del paisanaje, las palmaditas en la espalda, las crónicas aduladoras de los pelotas de turno, pueden tornarse en el olvido y la frustración. Y sería una verdadera pena que este chaval no llegara lejos con las condiciones que posee y las ganas que se le ven de ser torero.


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