Revista Opinión

Sobre la reducción de la inteligencia en el mundo

Publicado el 20 julio 2017 por Vigilis @vigilis
Ciñéndonos a los test de inteligencia como medidores de una escala inteligencia-estupidez la raza humana se está volviendo cada vez más estúpida. Ante esto las reacciones convencionales van desde el descrédito —tomárselo a chufla, no darle importancia— a la preocupación (aquí una columna graciosa del profesor Quintana que sin embargo deja caer la palabra "evitar").
Sobre la reducción de la inteligencia en el mundo
Mi pregunta es ¿por qué es preocupante? Partamos de la hipótesis de que cada vez somos más tontos. Partamos de que efectivamente se pueda medir la inteligencia como se mide una carga elécrica o la velocidad de escape de un objeto en órbita. Propongamos que el cociente intelectual sea una dimensión física cuantificable por vía de la experimentación, de naturaleza universal y que no deje lugar a dudas. Ahora supongamos que mediante esta misma experimentación la cantidad total de inteligencia acumulada en los seres humanos está reduciéndose a cierta velocidad. Son muchas suposiciones pero necesarias en este juego ya que de otra forma alguien podría llegar y plantear dudas sobre la naturaleza de la inteligencia. Aquí vamos a suponer que sabemos perfectamente lo que es la inteligencia y que hay métodos para medirla.
Sobre la reducción de la inteligencia en el mundo
Presentado este punto de partida yo me encuentro con problemas: normalmente un test de inteligencia dirá que es más listo un abogado de Wellington que el miembro de una tribu de Nueva Guinea que no sabe leer ni escribir. Ahora bien, llevas a los dos a sendas islas desiertas e incomunicadas y creo que al cabo de un mes ha tenido menos problemas el neoguineano que el neozelandés. ¿Quién es más inteligente? Intento ser gráfico con el ejemplo para mostrar que la inteligencia no puede ser medida como una magnitud física. Pero podemos ir más allá.
Había una pareja de granjeros en Sudáfrica que acogieron en su finca a un montón de centroafricanos que huyeron de los pozos de horror que son sus hogares. Al cabo de un tiempo los refugiados les plantearon problemas de violencia y extorsión y los granjeros tuvieron que pedir ayuda a la policía para desalojarlos. No parece que estos granjeros fueran muy listos sin embargo no tenían forma de saber cómo iba a resultar aquella experiencia y en principio muchos dirían que se comportaron de manera moral: los granjeros pertenecían a una de esas extrañas sectas protestantes a las que se les llena la boca con cosas de jipis. En principìo actuaron "bien" pero su buena acción tuvo consecuencias horribles. Diríamos que fueron unos tontos.
Después de la guerra los EE. UU. se trajeron a un montón de científicos alemanes a su país. Entre otras cosas estos científicos ayudaron a desarrollar los programas de misiles balísticos y el programa espacial. Gracias al programa espacial tenemos un montón de aparatitos en nuestras casas, se desarrolló la miniaturización, la electrónica, etc. y gracias a los misiles balísticos tenemos Internet y un mundo con armas nucleares que no puede utilizarlas. Al llevarse a aquellos científicos diríamos que los EE. UU. fueron unos listos: su decisión tuvo excelentes consecuencias. Ahora bien, entre aquellos científicos había criminales de guerra que no fueron juzgados, tipos que tenían a miles de esclavos en sus líneas de montaje. Sus víctimas no tuvieron la satisfacción de ver juzgados a sus carceleros.
Sobre la reducción de la inteligencia en el mundo
¿Nos siguen pareciendo tontos los granjeros que de acuerdo a su religión acogieron a necesitados sin prever las consecuencias y nos siguen pareciendo listos los yanquis que no juzgaron a los científicos alemanes sabiendo los crímenes que habían cometido? Vaya, parece que esto de la inteligencia se complica cuando metemos la ética por medio (todo se complica con la ética).
Si dejamos de plantearnos la inteligencia como una magnitud física y la empezamos a ver como una herramienta para tomar decisiones la cuestión de la reducción de inteligencia en la humanidad toma un cariz distinto. Si nos preguntamos "¿inteligencia para qué?" inmediatamente pondríamos en duda que una reducción de la inteligencia es algo "malo" o a evitar.
Incluso podríamos plantear la cuestión en otros términos: ¿son sois los inteligentes más felices? Por lo que he leído no existe correlación entre el estado emocional de una persona y su capacidad intelectual, ahora bien, hay señales que apuntan a que cuando el inteligente se rodea de burros tiene problemas para relacionarse socialmente y esta dificultad es un factor de riesgo en la depresión (me acuerdo del debate sobre por qué los suicidios en Harvard estaban por encima de la media). Si la inteligencia se está reduciendo cada vez habrá menos inteligentes y por lo tanto los inteligentes cada vez estarán más deprimidos (nota: nadie ha planteado que la reducción de la inteligencia puede implicar una reducción en el número de inteligentes pero un aumento de la inteligencia de ese grupo).
Decía Stuart Mill que es mejor ser un Sócrates desdichado que un gorrino dichoso pero Sócrates tuvo que dejar constancia de su inteligencia aceptando el veneno en lugar de parecer un cobarde y huir de la ciudad. ¿Fue inteligente esa decisión? No lo sé, lo que sí sé es que no fue una decisión ética (no aumentó sus posibilidades de supervivencia).
Después de darle vueltas al tema mi pregunta es ¿qué queremos y por qué? (Aparte de destruir Cartago para restituir el honor a Roma, entiéndase).

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