Revista Expatriados

Sobre las armas de fuego

Por Tiburciosamsa
La masacre de Connecticut me ha conmocionado y, reflexionando sobre ella, se me han venido a la cabeza algunas ideas:

La primera es la idea que me viene rondando desde hace tiempo de que la teoría económica, que es la nueva teología que rige nuestra sociedad, es muy insuficiente para medir adecuadamente la riqueza de la realidad humana. Hay modelos y ecuaciones que nos permiten predecir el efecto que tendría prohibir las armas de fuego en EEUU, qué incidencia tendría sobre el PIB norteamericano, cuántos puestos de trabajo se perderían, cómo se vería afectada la cotización en Bolsa de las empresas fabricantes de armas de fuego. Sin embargo, no tenemos ningún modelo para medir el dolor de las 26 familias que perdieron a alguien en la masacre y, para un buen economista, lo que no se puede medir numéricamente, no existe. La segunda es el daño que hace sacralizar un texto escrito y olvidar que los textos son hijos de la coyuntura en la que se escribieron y que las coyunturas cambian. El "creced y multiplicaos" de la Biblia, tenía mucho sentido hace 3.000 años, cuando el que lo escribió pertenecía a una pequeña tribu seminómada rodeada de vecinos mucho más poderosos. En 2012, cuando somos 7.000 millones de seres humanos en el planeta y estamos sufriendo los efectos del cambio climático que hemos provocado, aferrarse a ese mandato es una locura.Cada vez que se plantea en EEUU el debate sobre las armas de fuego, sus defensores sacan a colación la segunda enmienda de la Constitución norteamericana, que dice: "Siendo una milicia bien regulada necesaria para la seguridad de un Estado libre, el derecho del pueblo a tener y portar armas no será vulnerado." Puesto en su contexto, era una enmienda comprensible: durante la guerra de independencia, las milicias habían jugado un papel importante; EEUU estaba expandiéndose hacia el oeste con una mezcla de iniciativa privada y acción de los estados y era preciso que los colonos estuvieran armados; existía la posibilidad de una nueva guerra con Inglaterra, y de hecho dicha guerra se produjo en 1812. Ahora bien, esa enmienda que en 1791 tenía sentido, 130 años después es una locura. La idea de que el Estado más poderoso del mundo pueda necesitar milicias ciudadanas para defender su independencia es de traca. La tercera es cómo la mezcla de ideología y manipulación (ésta a cargo de los lobbies fabricantes de armas) pueden cegar a la gente. Veamos algunos datos que deberían hacer reflexionar: en EEUU hay aproximadamente un arma por habitante. El siguiente país en densidad de armas de fuego por habitante es ese prodigio de seguridad y estabilidad política que es Yemen, donde hay aproximadamente un arma de fuego por cada dos habitantes. Cada año se producen unas 12.000 muertes por arma de fuego en EEUU, el número más elevado entre los países de la OCDE. ¿Habrá algún tipo de relación entre el gran número de armas de fuego y el elevado número de muertes por arma de fuego? Sólo un retrasado o un fabricante de armas o un político subvencionado por el fabricante, podría negar que hay relación.Por cierto que en algunas de las masacres anteriores el lobby de fabricantes sacó la frase de que "no son las armas las que matan, sino las personas". No hay nada como disfrazar una falacia con una frase bonita. Sí, un arma es neutra y quien mata es la persona que aprieta el gatillo. Pero un loco que quiera hacer daño, lo tiene más fácil si le ponen al alcance de la mano una semiautomática que si tiene que recurrir a un puñal. En el mundo malayo existe la tradición del "amok". Cuando uno no soporta más la presión, enloquece, coge un kris (puñal malayo tradicional) y se carga a todo el que se encuentra en su camino. Evidentemente con un kris, como mucho uno puede cepillarse a una decena de personas antes de que lo detengan. En los atentados de las Torres Gemelas murieron en torno a 3.000 personas y la sociedad norteamericana quedó conmocionada y estuvo dispuesta a aceptar una legislación de seguridad draconiana. En cambio, esa misma sociedad acepta con naturalidad que cada año mueran cuatro veces más personas que en aquellos atentados. Sí, ya sé que no causa el mismo impacto la muerte de 3.000 personas en unas pocas horas que la de 12.000 espaciadas a lo largo de 365 días, pero mucho depende de cómo se presenten los hechos y para eso los medios norteamericanos son muy hábiles. En conexión con lo anterior, podríamos hacernos algunas reflexiones sobre cómo los lobbies están bastardeando la democracia. Cada vez que ha habido una masacre de estas características se ha producido en EEUU, el lobby armamentista ha conseguido escamotear el debate que hubiera podido producirse. Una frase que se ha repetido en pasadas masacres es que no era el momento de debatir sobre la prohibición de la venta de armas por lo cargado que estaba el ambiente. Sí, y cuando el recuerdo de la masacre se desvanece, tampoco es el momento porque ya no hay urgencia social. Viendo los medios norteamericanos, parece que el impacto de esta masacre ha sido mayor: 20 niños de entre 6 y 7 años muertos más seis adultos, y todo tan cerca de la Navidad... Desgraciadamente mi escepticismo supera a mi optimismo. Pasado mañana saltará la noticia falsa de que Hillary Clinton se ha hecho hare krishna o que el hombre en realidad no viajó a la Luna en 1969 sino al desierto de Almería, se creará un debate artificial que haga olvidar la matanza de Connecticut y a cruzar apuestas sobre cuántas víctimas habrá en la próxima masacre. 


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