Revista Opinión

Sobre las manifestaciones de ayer

Publicado el 23 marzo 2014 por Romanas
Sobre las manifestaciones de ayer  Sobre las manifestaciones de ayer  Éste es un país que me entristece de una manera insuperable, quiero decir que no me puede entristecer más.  Porque es tristísimo comprobar la certeza de mi teoría sobre el hombre que, como nunca he salido de España, es mi teoría sobre los españoles.  Repito. Decía Hobbes que el hombre es un lobo para el hombre y Santo Tomás que es simplemente desfalleciente, que no sirve para nada porque, al final, le fallan las fuerzas.  Mi teoría parece menor pero no lo es. El hombre es una puñetera mierda, mierda canallesca, Rajoy, mierda asquerosa, Rubalcaba, mierda canallesca, los policías de cualquier clase, mierda asquerosa los que sufrimos persecución por ella porque no merecemos el reino de los cielos, sino seguir hocicando en el fango porque eso lo hacemos muy bien. “Me llamo barro aunque miguel me llame, barro es mi vocación y mi destino, que mancha con su lengua cuanto lame”. Creo que no se puede decir mejor porque así lo ha dicho el que yo considero, de sobra, el mejor de todos nuestros poetas.  Ayer, confluyeron en Madrid una serie de heroicas marchas iniciadas en los extremos de esta denigrante piel de toro, “la muerte, toda llena de agujeros, y cuernos de su mismo desenlace, sobre una piel de toro pisa y pace, un luminoso prado de toreros”.  La muerte no es más que el vacío. Y el vacío es la ausencia de contenido y el contenido es lo que cada de uno de nosotros lleva dentro y ¿qué coño es lo que los españoles llevamos dentro?  Nada. Ninguno de nosotros lleva dentro nada. Ni esos prodigiosos arquetipos que hemos creado para justificar de alguna manera nuestra existencia como seres únicos.  La malas lenguas dicen que Jesucristo convivía maritalmente con la Magdalena y que Marx le engendró un hijo a su criada. Yo tengo ya casi 85 años e intentado meterle mano a dos de las cuidadoras de mi mujer. Con resultado negativo, por cierto, a estas mujeres debe de darles asco un viejo libidinoso como yo, y yo no sólo lo sé sino que lo comprendo. Y, sin embargo....  “Homo sum et nihil humanum mihi alienum puto”, soy hombre y nada humano considero que me es ajeno, dijo hace cientos de años Terencio. Y ahí está la sentencia, sólo que él le daba un sentido meliorativo y yo peyorativo.  No hay, pues, hombres perfectos pero todos debemos intentar ser mejores continuamente. Ya he contado algunas veces que yo, consciente de mi falibilidad, intenté entrar por aquí bajo el sinónimo de “hijo de puta” y que fue una de las mejores personas que he encontrado el que me lo quitó de la cabeza, pero yo, en todo lo que hago, parto de ese principio de mi miserabilidad.  Tal vez sea por eso que yo siempre exijo mucho, quizá demasiado a la gente, por eso pienso que las manifestaciones de ayer fueron absolutamente insuficientes sea cual fuere el número total de los que asistieron, porque ayer deberíamos de habernos manifestado ni más ni menos que 20 millones de españoles, o sea, la mitad, porque cada uno de nosotros lleva a la grupa a otro hijoputa cabrón que lo parasita.  En cambio, éstos, los hijoputas cabrones, sí que cumplieron todos con su asqueroso trabajo, los cipayos, los esbirros, esos cobardes matones, que además cobran por apalear a los suyos, si serán gentuza, coño, machacando a tipos que se les ponían delante con las manos abiertas apuntando al cielo, y los infames periodistas, la que yo no me cansaré nunca de llamar la prensa canallesca, cumpliendo a rajatabla con su infame tarea de falsificar la realidad diciendo, escribiendo, imponiendo en las tertulias la canallesca mentira de que esta pobre gente desesperada que ha venido de las provincias del Reino a su capital para que así sepa todo el mundo lo que está ocurriendo en este asqueroso país de mierda, lo hace no porque ya no puede más y le da lo mismo 8 que 80, y prefiere que uno de estos asquerosos cipayos le abra la cabeza con su porra a morirse de hambre allí, callado, quieto, escondido en su rincón, sino porque los ha movido Willy Toledo, el tío con más atributos de todos los que pisamos esta piel de toro, ese anarquista cabrón que se ha ido a vivir a sudamérica porque su estómago no le permite ya hacerlo aquí.

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