Revista América Latina

Soldaditos en la guerrilla del Che en Bolivia

Publicado el 30 octubre 2010 por Norberto
Soldaditos en la guerrilla del Che en Bolivia
Algunos apuntes sobre la violencia
La manera en que la mayoría de los medios de comunicación tratan el tema de la pobreza y la indigencia contribuye a que se naturalicen estas situaciones como parte inevitable de la sociedad en la cual nos toca vivir.
"Pobres hubo y va a haber siempre" es una de las frases que sirven de resguardo para negar que la miseria es un producto social.
Los números fríos de las estadísticas según la ONU, dicen que hay actualmente más de 900 millones de personas desnutridas, decenas de miles de niños que mueren diariamente de hambre o enfermedades curables.
A lo largo de toda la historia hubo hombres que lejos de naturalizar la estructura opresiva de la sociedad en que les toco vivir, decidieron combatirla por diferentes caminos.
Aquellos que eligieron la lucha armada, no solo tuvieron que enfrentar la idea de la propia muerte, sino la idea de matar a otro en pos de construir un mundo mejor.
Muchos de los que condenan lo que fueron las luchas guerrilleras por su dosis de violencia, avalan y sostiene un modelo de sociedad que mata.
Antes de la instalación de las guerrillas en Bolivia allá por 1967, el gobierno del general René Barrientos, ya había puesto en marcha acciones de gobierno que finalizaron con masacres de la población civil.
Durante el transcurso de la investigación para el documental, he leído que en Bolivia distinguen la “masacre roja” de la “masacre blanca”.
La primera se refiere a las masacres perpetradas por los regímenes opresivos a través de sus fuerzas de represión, y el término de masacre blanca lo utilizan para describir a aquellos acontecimientos donde se contempla el despido masivo de trabajadores.
En su larga tradición de lucha, el pueblo boliviano ha logrado definir con el término masacre blanca, ese aspecto de la violencia social donde no hace falta disparar un arma de fuego para dejar un tendal de víctimas.
Matar y morir en la guerrilla
Anotaciones del diario del Che y un comunicado del Ejercito de Liberación, más un fragmento ficcional sobre esta etapa histórica nos introducen en el tema
Luego de un combate victorioso para la guerrilla, el Che escribe en su diario que la tropa derrotada estaba compuesta de " elementos de varios regimientos mezclados; hay rangers, paracaidistas y soldados de la zona, casi niños."
A partir de este combate se elabora el comunicado número dos de los guerrilleros donde se dirige a los soldaditos:
".. los jerarcas de Ejército boliviano están enviando soldados bisoños, casi niños, al matadero, mientras ellos inventan partes en La Paz y luego se dan golpes de pecho en funerales demagógicos ocultando el que son los verdaderos culpables de que la sangre corra en Bolivia.
Hacemos un llamado a los jóvenes reclutas para que sigan las siguientes instrucciones: al iniciarse el combate tiren el arma a un lado y llévense las manos a la cabeza permaneciendo quietos en el punto donde el fuego los sorprendiera; nunca avancen al frente de la columna en marchas de aproximación a zonas de combate; obliguen a los oficiales que los incitan a combatir a que ocupen esta posición de extremo peligro. Contra la vanguardia tiraremos siempre y a matar. Por mucho que nos duela ver correr la sangre de inocentes reclutas, es una imperiosa necesidad de la guerra.
Hay otro pasaje vinculado a este tema que vale la pena recordar.
El día 3 de Junio la guerrilla estuvo esperando por 4 horas el paso de un camión del ejército para poder emboscarlo.
El Che escribe en su diario que paso un camión del ejército ".. con dos soldaditos envueltos en una frazada en la cama del vehículo. No tuve coraje para tirarles y no me funcionó el cerebro lo suficientemente rápido como para detenerlo, lo dejamos pasar"
Un diálogo que pudo haber sucedido
En un pasaje del libro "Que el sueño era tan grande", el escritor Juan Ignacio Siles del Valle, reconstruye de forma novelada, un momento que pudo haber sucedido durante la guerrilla de Ñancahuazú.
En un capítulo de su libro lo hace hablar a Rolando, un cubano con experiencia militar y a Pedro, un muchacho boliviano que por primera vez participaba en un combate
"Me dijo Rolando que no me preocupe, que eso sucede siempre la primera vez, pero yo igual siento un no sé qué aquí adentro, como que todo esto es una mierda a pesar del éxito conseguido hoy en la mañana y en la tarde.
Que no me deje picar por el bichito de la duda, que después uno termina por acobardarse y olvidarse del motivo por el que estamos aquí y no quiere seguir luchando.
Que no me olvide que los guardias eran muchos más que nosotros, como cien .. Que a qué otra cosa creía yo que habíamos venido y que si acaso no estábamos arriesgando la vida por una causa justa ... siete muertos, más los tres de esta mañana. Algunos no son más que unos muchachitos. Me dio pena, qué le vaya hacer. Un par de ráfagas de mi M1 y uno de esos uniformes que vienen caminando por el río ya no se levanta más. Unos pobres soldados que no saben ni lo que están haciendo ahí. Los llevan como ganado nomás, no les preguntan nada, servicio obligatorio les dicen y los sacan, a hacerse hombres defendiendo la patria les mienten, a la primera fila para que caigan ellos primero. Aunque bueno, hoy también derribamos dos oficiales ...
Que los muertos no valen en sí, que no estamos matando individuos, sino que estamos echando abajo una estructura de opresión, construyendo un mundo nuevo. Además, los soldados también tienen su parte de responsabilidad, porque no se rebelan contra sus superiores y lamentablemente tenemos que derribados, porque todo cambio radical exige sacrificios y a la violencia debemos responder con la violencia. Que no debo olvidar que en la mañana nos mataron al Rubio, que no venían desarmados y que la guerra es la guerra. Que cómo espero que alcancemos el poder si no es a través de la lucha armada.
Si no hacemos la emboscada entonces lo' que morimos somos nosotros, chico. Pero qué tienen que ver los soldados si hijos del pueblo también son y no están por su propia voluntad, que vengan pues los oficiales, contra ésos tirara yo,
No es contra la persona, ¿comprendes?, que eso no sería más que resentimiento y venganza. Es contra el sistema y los guardias son parte del sistema.
Yo inicié el fuego, no sé de dónde salieron, venían hacia mí, tal vez no había opción, ..ni siquiera me puse a pensarlo, disparé nomás, paf paf, paf paf, y la inmensa alegría de haber achuntado, ¡ya está! Pero después ahí quedó el soldado gritando botado en el lecho del río, con el pecho destrozado. Un par de minutos y todos rendidos.
¿Que no me preocupe? Cómo no me vaya preocupar, si me acerco y es sólo un niño. ¡Mierda!, cómo pueden enviarlos así. Y al rato nomás se me muere con sus ojos como suplicándome. Que ya me acostumbraré, que esto ocurre siempre, .. que si no era él era yo y, la verdad, en ese caso, mejor que sea él nomás... Qué inquietud, pero así nomás tiene que ser la cosa. Toda la vida cargando con su alma en pena del soldado.
Por Norberto Forgione

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