Revista Pareja

¿Sólo existe un ‘amor de tu vida’?

Por Cristina Lago @CrisMalago

amor imposible

¿Hay una persona destinada para nosotros en alguna parte? ¿Y si la encontramos y la hemos perdido para siempre? Si sólo hay una oportunidad para amar ¿qué pasa con nuestras demás parejas? 

Cuando conocí a mi primera pareja, me enamoré locamente. Pensé que había encontrado al amor de mi vida. Nunca antes había experimentado un sentimiento tan pleno, tan intenso, tan placentero, hasta un punto en que a veces era casi angustioso. Eran todas las primeras veces de mi vida sentimental. Un bombazo de hormonas idealización. Con el tiempo, la intensidad desapareció. Había llegado vacía y volvía a estar vacía. Busqué otro amor. Me fui.

Cuando conocí a mi segunda pareja, me enamoré locamente. Pensé que había encontrado al amor de mi vida. Volvía a experimentar la plenitud. Éramos almas gemelas, mitades perfectas, complementarios, siameses, una naranja completa. Con el tiempo, volvimos a ser dos personas diferentes. Desapareció la intensidad, desapareció la plenitud. Yo seguía vacía. Y él, también. Ambos nos fuimos.

Cuando conocía a mi tercera pareja, me enamoré locamente. Pensé que había encontrado al amor de mi vida. No teníamos casi nada en común. Toda la relación transcurrió en una constante y desquiciada lucha de poder para intentar convertirnos en alguien que no éramos. Al final, era él quien me necesitaba más a mí. Supuestamente, había ganado. Pero sólo me sentía vacía.

Cuando conocí a mi cuarta pareja, me enamoré locamente. Nunca había estado tan vacía. Nunca me había enamorado tanto. Empecé a sospechar que ambas cosas tenían algo que ver. Esta vez, me di cuenta de que por fuerza, aquella persona no sería el amor de mi vida. Me fui y esta vez, no había nadie más para evitar el vacío. Entré en él y habité en su reino durante un largo tiempo.

Porqué ¿qué es el amor de tu vida? Si le preguntamos a la mayoría de la personas, encontramos la idea de un gran amor, que se vive y se siente tan intensamente que no puede olvidarse jamás  y que hace los demás amores, no sean más que tibias imitaciones con las que nos vamos conformando. Muy a menudo, el amor de tu vida es un amor que se interrumpió de forma trágica o inesperada, o se quedó en platónico, o no fue correspondido. Otras veces, creemos tenerlo a nuestro lado en estos mismos momentos.

Yo tuve un primer amor, un amor estancado, un amor tóxico o un amor no correspondido: cualquiera de ellos reunía los requisitos necesarios para convertirse en uno de esos amores persistentes y fosilizados que uno no permite olvidarse.

Un lector me preguntó por correo, hace un tiempo, si yo creía que sólo existía una persona en el mundo que podía complementarnos, o con quienes seríamos plenos y felices eternamente. Le dije que efectivamente, creía que sólo había un amor para cada vida, pero que en una misma vida, podrían existir varias vidas y por tanto, diversos amores o un mismo amor, mutado en diferentes etapas.

Con cada pérdida, algo murió en mí. Y algo nació de nuevo.

Hay quienes se quedan atrapados en el fantasma de un amor de sus vidas que ya no existe o que no fue posible. También hay quienes se vuelven a enamorar de otros amores de sus vidas, una y otra vez. ¿Significa que unos amaron más y otros amaron menos? Nada indica que sea así. Si se puede amar mucho una vez, nada indica que no se pueda amar mucho en otras ocasiones. El don de amar pertenece a quien lo ofrece, no a quien lo recibe.

A vuestro alrededor, la gente se enamora, se desenamora y se vuelve a enamorar de nuevo. Quizás haya seres humanos tan únicos, distintos y especiales (o tan gafes) de que solo tengan opción a amar a una sola persona en la vida y en caso de perderla, estén bien jodidos. Sin embargo, quienes hemos abandonado el culto del Único Amor Posible, hemos aprendido una lección agridulce: que es más fácil escudarse en el eterno recuerdo de un gran amor que ya no se tiene, que trabajarse  lo que sí se tiene para que pueda convertirse en un gran amor.

Porque el amor no sólo nace. El amor se hace. Y el amor, es amor cuando va más allá de la mera idea, es mucho más carne y sangre, que mera figuración y sueños.

Amar a un gran amor imposible e ideal en la memoria, es para principiantes. Amar (y amar bien, con conciencia, plenamente) tras haber sufrido y perdido, es amar en nivel experto.

Cuando, en el tercer acto, Stolzing le pregunta a Hans Sachs qué hay que hacer para llegar a ser maestro, éste responde: ‘Mira, cuando eres joven viene solo, porque la primavera canta por ti. Pero luego llega la madurez, las enfermedades, las rupturas matrimoniales, los divorcios, las operaciones, las dificultades en el matrimonio y demás; quien después de todo esto sigue siendo capaz de cantar una hermosa canción, es un maestro’. No hay nada que pueda expresarlo mejor, o, en nuestra lengua, más bellamente.

(Herbert von Karajan)


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