Sometimes instant is better.

tu sonrisa la imagino sin miedo Miguel Ríos
Ésta es mi casa. Hasta ese espejo serigrafiado alcanzan todas mis posesiones. Mi legado. Como ves, no soy millonario, pero un simple gesto lejano, distendido, básico, servirá para alargar este instante maravilloso otro rato más. Aquí están todas las canciones que una vez formaron parte de mí, todas las jarras en las que te busqué, las cáscaras vacías de la insurrección o el disimulo. Los quince años y después los veinte y cuando creíamos que no habría nada más, los treinta. Y luego el ron y la coca-cola. El zumo de limón. El air-guittar y las excusas para evitar la ñoñería. Detrás de esa puerta negra quiero ver la luz. Tu luz. Enseñar al mundo cómo hacer crack. Creer en el azulejo blanco reluciente como un cocainómano, perseguir la vida rudimentaria. El espasmo. La sonrisa. La capacidad del rock & roll para decirlo todo, para golpear de frente, para incitar a la reflexión y, a la vez, parecer un icono deslabazado, un silencio, una canción instrumental. El aire. Deja que esto no acabe nunca, decía la canción. Acto seguido, el camarero encendió las luces y nos invitó a largarnos. Con un hasta mañana, cuando invadamos otra vez todo este espacio que, hasta ayer, me pertenecía por entero.