¿Somos los twenteen la nueva revolución?

Durante toda la vida nos movemos a través de metas temporales que prometen ser algo trascendental, algo importante que acabará siendo decisivo; entrar en el parvulario, empezar el instituto, el primer amor, el primer beso, la primera vez que tienes sexo, la mayoría de edad, sacarse el carnet de conducir...
Todo metas que nos acercan a esa esperada madurez que nos abrirá las puertas del mundo.
Que madurar es la META por excelencia, es la falacia más grande de la historia.
Hacer todas esas cosas no te hace madurar, ponerte traje y corbata no te hace madurar, tener hijos y un plan de pensiones no te hace madurar. Madurar es saber donde están los límites, cómo actuar según la situación, pero nada más.
La cuestión es no "matar" esa chispa que tenemos al ser niños o jóvenes, esas ganas de descubrir todo, de vivirlo todo, de quemar las calles y comerse el mundo.
Hace unos años, la veintena era la década de sacarse unos estudios y formar una familia, los treinta para sentar cabeza, los cuarenta para estabilizarse en el trabajo y los cincuenta para empezar a pensar en la prejubilación y los pagos de la universidad de los hijos.
Ahora, las edades parecen haberse atrasado una década, por lo menos. ¿Qué quiero decir?

Preadolescencia, adolescencia, post-adolescencia.
Los veinteañeros somos los nuevos teen. Buscamos el amor, pero sin acabar de comprometernos, buscamos la diversión, el descubrir el mundo, soñamos con primeros pisos, primeros coches, carreras acabadas y viajes ideales, pero nos conformamos con poder pagar la factura del móvil, hacernos un hueco en el starsistem de las redes sociales y conseguir encontrar el bareto con la cerveza más barata aunque tu cuerpo se resienta.
¿Es la posmodernidad la era del fin de las metas temporales?
¿Se ha acabado poner el madurar, de la manera más típica y tópica, como la mayor meta en la vida?
¿Somos los twenteen la nueva revolución?
¿Es el "forever young" la nueva filosofía?