Revista Arte

Sonny Rollins / The Bridge

Por Peterpank @castguer

Sonny Rollins / The Bridge

A pesar de su extraordinario éxito en los cincuenta del maese Theodore Walter “Sonny” Rollins, y de estar considerado uno de los grandes saxofonistas del momento, la aparición de Ornette Coleman y la eclosión de Coltrane, en su etapa moderna, le desplazaron de la vanguardia del jazz de la época. Decidió tomarse un respiro de un par de años donde se le veía muy a menudo ensayando de noche en el puente neoyorquino de Williamsburg -que une Manhattan con Brooklyn -y a la vuelta grabó para RCA en enero de 1962, otro de sus grandes discos: “The Bridge”. En ese álbum, se ve a un Sonny Rollins sereno, majestuoso y con un estilo depurado. El cuarteto que acompañó a Rollins en esa grabación fue: Jim Hall a la guitarra, Bob Cranshaw al contrabajo y Ben Riley a la batería.

The Bridge (El Puente) es un clásico permanente del jazz, y parte de su atractivo ha sido siempre el saber que hay mucho más en la historia de este disco que sólo la música. La leyenda de un solitario saxofonista tocando en medio de la quietud de la noche en el puente de la ciudad de Nueva York, retirado de la escena del jazz y preparando de esta manera su regreso, se transforma en una realidad cuando uno escucha el tremendo poder de expresión que Sonny Rollins adoptó en esta nueva etapa de su carrera. Esta nueva reedición ha sido remasterizada y posee un sonido espectacular.

Es una de las imágenes mas románticas de la historia del jazz: la solitaria silueta de un gigantesco saxofonista de nombre Sonny Rollins se recorta noche tras noche contra el skyline de Nueva York, sobre el puente de Williamsburg que une Manhattan con Brooklyn. Su saxo desgrana tristes lamentos durante un voluntario retiro de la escena que duraría 3 años. La explicación es, no obstante, irónicamente prosaica: los vecinos de su pequeño apartamento de dos habitaciones no le dejan practicar en casa. El resultado es un magnífico disco titulado, naturalmente, THE BRIDGE (RCA).

El puente de Williamsburg (New York), aquel lugar en el que Sonny practicaba sin que nadie pudiera verle: “Estaba cerca de casa. Subía al puente y tocaba para los oficinistas que volvían de Manhattan derrotados, frustrados y borrachos después de unas copas al salir del trabajo… Cuando hacía frío de verdad, bajaba a una licorería de chinos de Lower East Side y me subía una botella de brandy… Los oficinistas, el brandy, el rumor del río… ¿Qué más podía pedirse en este mundo? Por lo que a mí respectaba, absolutamente nada.”

Compartió escenario con algunos de los mas grandes del jazz, a saber Thelonious Monk, Coltrane, Miles Davis, etc. Cuando le preguntan si en algún momento pensó que competía con alguno de sus pares responde: “Luego te haces mayor y te das cuenta de que solo un estúpido de remate deja de escuchar a Johnny Hodges al descubrir a Charlie Parker. Es una cuestión de madurez, el único antídoto contra la tontería. Esto no es pop hijo, esto es jazz, es música de verdad, no hay emociones de contrachapado, las cosas suceden, la gente se hace daño, ríe y llora todo el rato.”

¿Considera el jazz una música culta?: “Hay quien vé mi arte como algo complicado, a mí me resulta sencillo. Es difícil poner la música en palabras, pero yo la describiría como una escena. Tengo 10 años, estoy practicando en casa, es domingo, el resto de los chicos juegan en la calle, roban en las tiendas… Llevo 10 ho…ras en un rapto de conciencia. Toco y toco. Llega mi madre y dice: “Sonny, cariño, es la hora de cenar, así que haz el favor”. Eso es la música para mí, algo que me hace olvidar que tengo que alimentarme para sobrevivir.”

En el pico de su carrera (1959) se retiró temporalmente porque se estaba defraudando a sí mismo: “Fué la mejor decisión de mi vida. Llevo a gala escuchar mi voz interior. Esa voz no estaba afinada. He cometido un montón de estupideces. Pero, ¿sabe qué? Acabo de cumplir 80 años y estoy empezando a dejar de sentirme ignorante.”

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