Revista Salud y Bienestar

¡Soy un hombre comiendo chicles todo el día!

Por Rafaele

Desde que dejé de fumar no he parado de comer chicle. Dejar de fumar comiendo chicles es una cosa atrevida, sobretodo si tienes ya unos años y no sabes lo que mezclas.

 

chicle

Los he comido y probado ¡TODOS!. Reconozco que una de las peores cosas que tiene dejar de fumar es que la boca se te abre y comienzas a rumiar y a masticar cualquier cosa que veas y tengas al alcance. Deja de fumar con fuerza de voluntad y no te centres por tu bien en dejar de fumar comiendo chicles.

Ya hablaré del tema dejar de fumar y engordar, pero yo no me veo más gordo. Me veo igual, pero todo el día moviendo la boca. Llena de chicles.

Pienso que ya la ansiedad interviene poco, ahora es más la costumbre de esos primeros días donde pensando que lo haría mejor, me pillaba y me comía un chicle “por lo que pudiera pasar”.

No comía chicles de esta forma desde que era un niño.

De fresa, de hierbabuena, clorofila, y hasta de manzana y por supuesto de regaliz, con azúcar, sin azúcar, y hasta una nueva modalidad: chicles-bio. Hay que ser medio-gilipollas para elegir el consumo de un chicle por la única propuesta que ponga “bio” en el envoltorio del chicle.

Yo los pruebo todos, porque sin llegar a definirme por un sabor en concreto, no hay uno que especialmente me agrade mucho. Si es verdad que me gustaban unos más que otros, como me ocurrió con una marca que se llama “Mastia” que es una especie de caramelo de regaliz, hasta que me pasó una de las peores cosas que recuerdo con un chicle… y fue con uno de lo caramelos que me comí el otro día y se me quedó en el cielo del paladar y casi tengo que ser intervenido quirúrgicamente para extraérmelo del cielo de la boca.

Este caramelo te lo comes y automáticamente se te queda enganchado al cielo de la boca más de 45 minutos.

Pero lo peor que me ha pasado no ha sido esto, no. Ha sido con uno de los que he intentado comer y no puedo. Son los míticos “chupa-chups“. Solo llegué a comerme uno en una de sus modalidades llamada “pintalenguas“. Le pedí un chupa-chups al quiosquero y me dio este… todavía se tiene que estar descojonando de la risa.

Previamente no se me había ocurrido leer el envoltorio del chupa-chups, -no sabía el potencial que tenían- pero con la experiencia que tengo, no dudaré en leerme todos los envoltorios de chicles a partir de ahora como si de un medicamento se tratara.

Se me ocurrió comerme el referido chupa-chups “pintalenguas” en el trabajo sabor cola tras haberme metido en la boca hace unas horas una “pastilla Juanola“. La mezcla fue explosiva.

Lo peor que hice fue comerme la Juanola y tras esto, a renglón seguido meterme el chupa-chups; se me saltaron hasta las lágrimas.

A los pocos minutos de seguir con el chupa-chups, casi me envían a los servicios médicos.

Se me puso la boca de diferentes colores. Primero azul oscuro y posteriormente un tono anaranjado brillante. Parecía la lengua de Gene Simmons y con el aliento era capaz de rellenar un bote de ambientador de coche o un Airbick.

De hecho, hubo una compañera de trabajo que manifestó varias veces que “habían puesto algún ambientador”

Todo lo que estuve comiendo durante ese día y el día siguiente me sabía exactamente a lo mismo: Regaliz + Cola + Naranja con hierbas del campo.

Desconozco totalmente si hay niños que se toman estas cosas, pero recomiendo encarecidamente a todos los padres a que consuman previamente lo que le dan a sus hijos.

Más bien y si quieres ver a tu hijo ponerse totalmente rojo y con la lengua que le va a explotar de un momento a otro, dale una pastilla Juanola y seguidamente le introduces en la boca un chupa-chups ‘pintalenguas’. Aléjate porque el niño puede reventar de un momento a otro.

Derechos de imagen: Del post “Muere al explotarle un chicle” del blog unodeesosdias.

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Rafa García

 


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