STARDUST, de Matthew Vaughn. La estrella que brilla en la... ejem, "oscuridad"

Nivel de spoilers: Nulo

STARDUST llegó en mal momento. En pleno reinado de Harry Potter, y aún con resaca tras EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, se estrenaron, durante varios años, multitud de films de fantasía que pretendían emular el éxito de dichas franquicias, sin conseguirlo (ahora está pasando lo mismo, solo que es CREPÚSCULO el modelo de referencia). Todas apestaban a clones sin interés, y metimos a STARDUST en ese saco. Un error que poco a poco se está compensando, surgiendo una adoración hacia ella que se va extendiendo y que la está convirtiendo en una nueva LA PRINCESA PROMETIDA. Y sí, yo formo parte de este movimiento reivindicativo.
No me cabe duda de que si se estrenase hoy, tendría bastante más éxito. Empezamos a estar hartos de tantas películas de fantasía y aventuras (por supuesto, incluyo a los superhéroes) que parecen olvidar que la diversión es su principal objetivo. Quieren ser "dramáticas", "oscuras" y "épicas" sin una verdadera justificación argumental, solo porque se cree estúpidamente que eso es sinónimo de calidad. Incluso una saga como EL HOBBIT, que empezó con un tono luminoso y hasta infantil, ha acabado contagiándose de esta odiosa moda.
El caso es que, aunque sea 7 años después de su estreno, STARDUST supone un soplo de aire fresco. Estamos ante una cinta consciente de ser un cuento, y en vez de disfrazarse con batallas épicas, coros y un dramatismo gratuito, apuesta por la sencillez, la ingenuidad, la pura aventura, la emoción, el ingenio, un puñado de personajes entrañables y el tan mencionado en este blog Sentido de la Maravilla. Cosa esta última de la que Matthew Vaughn sabe un rato, siendo una de las pocas esperanzas que quedan en el blockbuster actual.
Prefiero no revelar nada del argumento ni entrar en detalles, pues gran parte del encanto del film reside en la sorpresa que supone la introducción de cada nuevo elemento en la trama y en la mitología del universo que nos plantea el film. Príncipes, brujas, piratas, el clásico héroe inesperado, romance, la desconcertante y encantadora crueldad que solo los cuentos de hadas ofrecen... hay de todo, y todo asombra y entusiasma como si fuese la primera vez que lo viésemos. No he leído la novela en la que se basa, pero como siempre hago en estos casos, asumo que gran parte del mérito de esto es del autor, Neil Gaiman (a quién volveré a mencionar más pronto que tarde), aunque también, por supuesto, de la puesta en escena del ya citado director de la, por el momento, mejor película de los X-Men.
Pero si hay algo que me enamoró de la película la primera vez que la vi (hace relativamente poco, en realidad) fue su protagonista femenina, Yvaine, encarnada por una adorable Claire Danes.
No quiero extenderme más porque esto no es un análisis si no una sincera recomendación. Aunque como sois gente de bien estoy seguro de que muchos ya la habréis visto. El caso es que, de no ser así, quiero que os acerquéis a ella sin saber qué esperar, sin conocer del todo lo que el film tiene que ofrecer, como me pasó a mí. Ya me contaréis.