Su mirada

Su mirada es importante, me reconforta, me tranquiliza, me hace sentir sereno y enamorado, me ilumina el alma con su tacto sedoso y almibarado y me dice que sí, que juntos todo es posible, que al clamor de los tambores enemigos seremos al menos dos para vender cara la derrota.

Esa mirada suya me levanta el ánimo y me da el sosiego que necesito para encarar cada nuevo día sin dolor y con paciencia, con calma y con más de mil motivos para seguir luchando en esta guerra perdida pero peleada con furia hasta el final.

Es una mirada que me envuelve entre sus delicados párpados y me acuna mientras tararea canciones de paz y amor, canciones que recuerdan a valles iluminados por la luz del atardecer, serenatas antiguas que evocan la quietud de la orilla de un río en primavera, florido y alegre, lleno de color y de belleza, de flores, de musgo, de hierba silvestre y de gotas de rocío.

Es su mirada, la misma que conquistó mi corazón casi desde el primer instante en que la vi.

Su mirada, la de siempre, la que me comprende y sabe soportarme, la que me ama y sabe amarme, la que me quiere y sabe que me tiene.

La misma mirada que me sorprende cada día con nuevos matices, que se deja sorprender y que ríe mis gracias con la misma honestidad con que llora mis desconsuelos.

Ahí está cuando sobran las palabras y cuando faltan, cuando hay optimismo y cuando hay tristeza.

Siempre.

Su mirada apuntando directamente al centro de mi alma.