Revista Arte

Su Santidad

Por Peterpank @castguer

Su Santidad

Su Santidad, en calidad de intermediario de Dios en la tierra, ha hecho pública su última revelación: nuestros desvelos se deben a una crisis de valores. Conociendo la estupidez reinante, debería haber aclarado que no se refería a valores bursátiles para evitar un desplome de la bolsa. Aunque en realidad da lo mismo, el comportamiento de la bolsa corresponde tanto con el estado de la economía, como la sombra de una marmota con respecto al clima. Mientras el mundo arde, esos autómatas seguirán especulando hasta el instante mismo en que sus trajes comiencen a chamuscarse. Ya ha sucedido, durante la batalla de Waterloo, mientras se decidía el destino del mundo, la bolsa de París hervía de actividad. En verdad hay algo de épica en sus mentes enfermas.

Su Santidad debería preguntarse como la sabiduría adquirida durante milenios sobre la naturaleza humana, todavía no ha conseguido establecer unos valores comunes y sólidos. Podría preguntarse por qué predicando el amor al prójimo sus fieles son perseguidos, o por qué sus sermones moralistas no cambian la actitud de los “mercados”. Quizás seguir la moda  de identificar a las crisis con sucesos concretos, como si se trataran de plagas de langosta o epidemias de peste, no sea la mejor opción. Podría admitir que las crisis económicas son procesos largamente incubados en los que intervienen multitud de factores. Concretamente, la crisis económica actual, radiografiada por eminentes expertos como por ejemplo el profesor Huerta de Soto, presenta causas tan larvadas como la desaparición del patrón oro en los años 70 o la emisión de depósitos sin respaldo por parte de las entidades financieras que data de 1844, es decir, la creación de dinero de la nada mediante simples apuntes contables.

Consecuencia de ello es que solamente el 10% del dinero existente corresponde a moneda en circulación – que por supuesto tampoco está respaldada por un valor tangible como el oro- siendo el resto simples apuntes de contabilidad en los balances de los bancos. Podemos sumar a esto, la irresponsabilidad de los bancos centrales permitiendo estos y otros desmanes, como el endeudamiento descontrolado de particulares y estados, para visualizar el efecto inmediato: la sucesión de periodos de expansión y contracción del crédito que originan esta crisis económica y la mayoría de las ocurridas en los últimos dos siglos. Quizás con este preámbulo, su Santidad encuentre mucha más receptividad a sus meditaciones éticas.

Canis


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