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Submarino. Sin aire en la superficie de la fría y oscura existencia.

Publicado el 04 enero 2011 por Crowley
Submarino. Sin aire en la superficie de la fría y oscura existencia.
Si algo bueno salió (lo único, diría yo) de la desastrosa e innecesaria idea de Dogma 95 (todavía no tengo claro si Lars von Trier iba en serio con aquello o se trataba de una absurda broma sin gracia), además de que llegó a su predestinado y necesario final, fue sin duda la irrupción en la escena cinematográfica (con su segundo largometraje) de Thomas VinterbergVinterberg asombró a propios y extraños (o al menos a mí) con una cinta, "Festen" ("Celebración" en nuestro país), demoledora y soberbia a partes iguales; el crudo relato de la desintegración de una familia supuestamente normal pero que, como casi todas, encierra secretos y trapos sucios en cada recoveco de sus sentimientos.
Por suerte para él, después de aquel film decidió alejarse todo lo posible de aquella disparatada doctrina y experimentó con otro tipo de cine, como hemos podido ver en trabajos como "It's all about love", "When a man comes home", "Dear Wendy", donde esa necesidad por romper con los viejos patrones, esa vital importancia personal de jugar con las formas del cine y sus posibilidades, tanto estéticas como narrativas, le llevaron a producir películas curiosas, pero afortunadas y prescindibles..
Para "Submarino", su último trabajo, editado en nuestro país por Cameo, vuelve a ese universo sórdido y áspero que se podía degustar en su primer trabajo tras las cámaras, ese mundo de deconstrucción moral, del alma y familiar que le caracteriza, de personajes perdidos que están muertos en vida. El resultado de esta "vuelta a los orígenes" es una cinta dura, impresionante, intensa, brillante en gran parte y una de las mejores del año pasado sin duda alguna (y de su filmografía, a la altura de "Festen", si no por encima de ella).

Submarino. Sin aire en la superficie de la fría y oscura existencia.

La vida, algunas veces, da responsabilidades a quien no debe.

 La historia, dividida en cuatro, dura, áspera, de ritmo pausado y lento (lo cual no es una pega ni tiene porque ser algo malo), no apta para estómagos sensibles y poco tolerantes a lo malsano del alma, cuenta con un enfoque original según mi parecer, ya que presenta la relación entre progenitores e hijos (y entre hermanos) desde el punto de vista únicamente masculino, lo cual da cierto atractivo al conjunto.
Nick (un genial y sublime Jacob Cedergren) y su hermano pequeño sufrieron en su infancia una experiencia traumática que les marcará para el resto de sus vidas.
Nick es hoy día un hombre frustrado, violento, agresivo, alcohólico, ex-convicto, que tiene como única vía de escape las visitas a su vecina. Nick es un despojo de la sociedad, frío como la vida que habita, y con un odio hacia la humanidad aterrador. Sólo le queda sentarse, fumar y llorar por no poder ser de otra manera.
El hermano pequeño (de quien desconocemos el nombre), (sobre)vive con la compañía de su hijo Martin y a pesar de quererle más que a nada en el mundo, es incapaz de atenderle en condiciones si hay droga de por medio. La decisión entre un chute de heroína o atender a un hijo es una de las más complicadas para un irrecuperable yonqui como él. Si supiese salir del pozo en el que se encuentra, vería que ese hijo que tiene es su vía de escape del inframundo y debería comportarse con el niño mejor de lo que su madre hizo con él mismo. Pero trístemente, por mucho que uno quiera, hay veces en que es imposible hacer bien las cosas aunque se pretenda.
Cada uno, vaga errante por el mundo, por un mundo gris, granuloso, de colores saturados y enrarecidos, pero esos caminos se encontrarán tras la muerte de su madre.

Submarino. Sin aire en la superficie de la fría y oscura existencia.

Hay que estar atentos a las segundas oportunidades.

 Cinta de difícil, dificilísima digestión, por lo cruento, miserable y real de lo que Vinterberg nos muestra en este "Submarino" (acompañado en lo musical de la genia y exquisita partitura de Kristian Eidnes), nombre que viene dado, ligado, unido, a la tortura consistente en sumergir la cabeza de alguien en agua, hasta casi asfixiarlo, dejándole sólamente una fracción de segundo para que coja aire, antes de volver a zambullirle la cabeza... y así hasta que confiese lo que se el torturador desea escuchar. Y es que los personajes del film, desde los dos protagonistas, hasta la vecina, pasando por la madre, todos, viven así, tratando, infructuosamente, de dar una gran bocanada de aire que les permita expiar sus pecados y poder salir a flote.
Los personajes de la película no tienen ya hueco en su interior para la esperanza, llevan su pena y su pesar como una lacra, como un infectado de peste lleva su mal, y aun así, a pesar de sus defectos, de sus almas oscuras (alcoholismo, drogas, maltratos, delincuencia, sexo forzado), uno no puede evitar sentir pena por ellos y uno no puede sino desear que algo cambie en sus vidas y que la suerte les sonría aunque sea un poco, tal es la genialidad de Thomas Vinterberg que consigue que empatizemos con estos "monstruos" emocionales.

Submarino. Sin aire en la superficie de la fría y oscura existencia.

Consumiendo la vida como quien apura un cigarrillo.

 La vida, como bien vemos en diferentes pasajes del film y en nuestro día a día,  casi nunca es como debería ser.
Por desgracia para muchos.
La vida en un submarino, como crecer con carencia de cariño y afecto, debe ser algo opresivo, de cadencia lenta, infinita, pesada, aplastante, oscura y tediosamente artificial (por la usencia de luz). Así es como, por culpa de sus padres, se sienten los protagonistas de esta triste y factible historia.
Imagino que como ellos, viviendo en el filo de la navaja, con un pie y medio en la oscuridad del precipicio de la desesperación, hay y habrá, desgraciadamente, muchos en el mundo. Es por ello que me atrevo a decirles que tengan cuidado, como capitanes del submarino de su vida que son, de no destrozar el alma de la tripulación que tendrán a su cargo con las decisiones que tomen o que dejen de tomar o la educación que impartan o dejen de lado, porque, la responsabilidad de lo que a ellos les ocurra, será tan sólo de ustedes y sus actos. De nadie más. Y tendrán que vivir con esa carga para toda la eternidad.

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