Revista Cultura y Ocio

Sueño de una noche de verano

Publicado el 28 julio 2016 por Angel Maíllo @gramofono1

sueño

En las cálidas noches de verano con el cuerpo empapado en sudor, las luces de las farolas anaranjadas de la calle iluminan mi cuarto, mi ventana está abierta de par en par con la esperanza de que llegue la tímida brisa del alba. En estas noches es difícil conciliar el sueño, finalmente después de muchas vueltas el sueño me vence, la oscuridad de la noche y su silencio que tan solo irrumpen el canto intermitente de los grillos, se ilumina en una atmósfera limpia llena de colores en el que dominan el dorado de los campos con un suave balanceo acompasado de la hierba movida por un suave viento del sur. Percibo olores que evocan mis recuerdos, a hierba recién cortada, a tierra mojada o aquellos guisos a fuego lento que inundaban todo el portal y escaleras de mi vecindario.

Paseo por el camino rodeado de naturaleza, el sol ilumina con fuerza, debe ser ya mediodía pero no siento calor. Voy andando sin nada, no llevo equipaje ni tampoco  ningún elemento electrónico que pueda perturbar este momento, sin embargo escucho música mientras camino, esta está integrada dentro del paisaje, escucho una balada, es loving arm un clásico de Tom Jans interpretada por tres dulces voces femeninas Dixie Chicks

Camino ligero sintiendo la suave brisa en mi rostro, por un momento me resultan familiares los paisajes y el instante, como si de una fotografía se tratase, me parece haber vivido ya este momento, una especie de dejá vu pero no logro recordar. Me siento bien sin los fantasmas y miedos cotidianos que me asaltan a diario, tengo la misma sensación que cuando era un niño amparado bajo el manto protector de mis progenitores, ajeno a las responsabilidades o problemas. ¡Volver a ser un niño!…

Con la inocencia más graciosa, que apaga el tono de la rosa, con ese brillo que te vuelve un niño, llegaste como si tal cosa..

Siento sensaciones que hacía tiempo no experimentaba, ilusiones olvidadas que rememoro y me trasladan a otros tiempos. Me cruzo con gente en mi camino que me saludan con un gesto, me infunden serenidad, tranquilidad con sus rostros amables, todo a mi alrededor es maravilloso, siento que estoy en un mundo ideal donde no existe ese lado oscuro, ese poso de maldad inherente a la condición humana  “Un mundo maravilloso”.

Sigo mi camino ligero de equipaje, se une a mí un perro que salta y corretea alegre mientras me sigue. Paso al lado de una casa de madera, en una cuerda se balancea suavemente ropa con un blanco intenso olores a jabón a ropa recién lavada a aceite caliente a perfume de mujer a geranios, limón  a flores un sinfín de sensaciones,  de olores evocan los recuerdos de mi niñez y a la figura de una madre.

La luz que iluminaba todo se va apagando mi ligereza, mi bienestar repentino y las gratas sensaciones que estaba sintiendo se van apagando poco a poco, vuelven a mí las preocupaciones, los sentimientos y miedos de siempre, la luz se vuelve oscura, despierto empapado en sudor sobresaltado después de una experiencia tan extraordinaria con el único consuelo de volver a soñar este sueño.


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SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

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