Porque yo lo valgo
Tal vez uno de los gestos más habituales de los políticos, nuestros políticos y los políticos de los demás, es la prepotencia, suficiencia e incluso chulería con la que comunican ideas, responden preguntas, realizan debates y nos dan la paliza con sus sermones... soporíferos y poco brillantes.Es cada vez más raro ver un político inteligente, educado, cercano, de trato agradable y al mismo tiempo honesto. Da igual el color y el signo político, por desgracia son cada vez más frecuentes tanto a la izquierda como a la derecha del espectro político.
Esos aires de suficiencia y prepotencia, son posiblemente fruto de una educación deficiente, modos de niño malcriado que arrastran de la adolescencia a la madurez.No es que desconozcan la palabra humildad, educación o sensatez, simplemente piensan estar en posesión de la verdad y dejan translucir en sus palabras un cierto desprecio por aquellos que no comparten sus ideas y además tienen la osadía de criticarlas. De pequeños nadie les puso en su lugar y ahora ya es tarde. Por eso muchas veces –cuando están al nivel de calle– se les nota incómodos. Saben que ese no es su lugar y tampoco su gente, aunque sean sus votantes. Sólo se sienten cómodos entre sus iguales, en sus despachos y en su mundo. No saben transmitir ni cercanía ni confianza. Hay más de los que parece, es fácil detectarlos. Fíjate en sus gestos, sus palabras y su dicción. En verdad que ellos no merecen nuestro voto…. y el partido que representan tampoco.