Revista Cultura y Ocio

Sumisión. Michel Houellebecq

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Sumisión. Michel Houellebecq
     "Durante todos los años de mi triste juventud, Huysmans fue para mí un compañero, un amigo fiel; jamás dudé, jamás estuve tentado de abandonar ni de decantarme por otro tema; al fin, una tarde de junio de 2007, después de esperar mucho tiempo, después de mucho vacilar y más incluso de lo admisible, defendí mi tesis doctoral ante el Tribunal de la Universidad de París IV-Sorbona: Joris Karl Huysmans, o la salida del túnel. A la mañana siguiente (o tal vez esa misma noche, no puedo asegurarlo, pues la noche de mi defensa fue solitaria y muy alcoholizada), comprendí que acababa de concluir una parte de mi vida y que probablemente sería la mejor."
     Este libro salía a la venta, y por lo tanto comenzaba su gira promocional, cuando sucedió el atentado contra la revista de Charlie Hebdo. Houellebecq entonces, cortó radicalmente la promoción durante un tiempo y se dispararon los rumores: el tema del libro era peliagudo en ese sentido. Cada venta, cada palabra, fue mirada con lupa y expuesta a la polémica, y hace apenas unos días ha llegado finalmente a nuestro país junto con su autor. Hoy traigo a mi estantería virtual, Sumisión.
     Estamos en Francia, en el año 2022 y conocemos a Françoise, uno de esos personajes habituales en el autor, profesor universitario, desencantado con la vida, afilado en sus opiniones, con una ausencia de modestia y un gusto por los placeres notable y enamorado profesional y personalmente de la literatura. Particularmente de Huysmans, un escritor francés del siglo XIX sobre el que versó su tesis. Françoise, a sus cuarenta o cuarenta y cinco años, vivirá sin proponérselo, uno de los cambios más importantes en la historia contemporánea de su país. En la primera vuelta de las elecciones, cuando la mayoría de los votos son repartidos entre el Frente Nacional de Le Pen y un nuevo partido islamista, parece claro que se avecinan cambios importantes. La segunda vuelta coloca en el poder a Mohammed Ben Abbes un líder carismático y con don de gentes que tras hacer los pactos necesarios, comienza un proceso cómodo de cambios sociales y económicos en el país. Françoise, temeroso ante lo que pueda avecinarse, emprende un viaje entonces por Francia mientras observa la evolución de las cosas, es jubilado, tentado, asiste a cambios en sus antiguos compañeros y también en el orden en las calles, que tras un primer momento francamente tenso, parecen relajarse.
     Cuando un libro parte de tanta polémica es fácil acercarse a él por los motivos equivocados. Este hay que leerlo, pero no por las ampollas o debates que ha podido suscitar su publicación, sino por la calidad y las reflexiones y conversaciones que provoca en quien lo lee. Ese es el verdadero motivo de que haya traído Sumisión hoy aquí.
     Houellebecq nos habla de un futuro no tan lejano y usa un protagonista con todos los rasgos habituales de sus libros para introducirnos de lleno en la historia. Una historia marcada por el razonamiento y la literatura, una novela sobre los cambios, la pasividad (de ahí el título, de hecho hay un momento en el libro en que se alude a la palabra sumisión) y los modelos agotados. En un futuro en el que los partidos que tradicionalmente se alternan en el poder, surgen opciones diferentes y, en este futuro, las opciones diferentes ganan. Dicho así, pronto comprendemos que no es algo tan descabellado, pero Michel va un paso más allá. Nos presenta un cambio en el que el partido gobernante es islamista, y en el que el líder, es una persona con carisma, amable y razonable; lo que unido a la pasividad de la gente, al "esperemos a ver qué sucede", provoca un cambio radical en la sociedad. Y tampoco nos presenta ese cambio como algo terrorífico; a las mujeres se les incentiva económicamente que se queden a cuidar a sus hijos, y sus puestos quedan vacantes, cubriéndose con hombres y demostrando en cifras una bajada del paro. Esta es la vía elegida por el líder del nuevo partido, y la del autor para hacer de este libro algo que no suene a ciencia ficción. Quienes lleguen esperando ver una crítica contra el islam, se van a llevar una gran sorpresa, porque el libro no trata precisamente de eso, y si tengo que señalar una crítica es hacia la pasividad de la sociedad, a la dejadez ante modelos que se agotan hasta subsistir por una suerte de rutina en la que pocos o nadie interfiere. Una parte política mucho más presente en este libro que en otros del autor y que da para muchas, muchas reflexiones y conversaciones.
     En cuanto a la historia personal, Françoise, profesor de la Sorbona, vive desencantado en lo que debiera de ser su cima profesional y ve como pierde lo que él considera la cima de su vida sexual, ya que su última relación viaja fuera del país. Un hombre ateo, misántropo, al que gusta disfrutar del sexo y otros placeres menores de la vida y con fuertes inquietudes intelectuales. Este hombre será el conductor de la novela con sus conversaciones, pensamientos y actos. Lo veremos encontrarse con el desencanto de una vida solitaria, regodearse también en ella, acudir al sexo por encargo para disfrutar de él exactamente igual que al supermercado para comprar una buena botella de vino. Un personaje que se hace fuerte desde las primeras páginas y cuya pasividad acaba por volverse significativa, un hombre con el que el autor juega a los paralelismos y simbolismos; de Huysmans a Françoise y de Françoise a Huysmans; creencias, viajes búsquedas. Si uno se convirtió al catolicismo, el otro es tentado a convertirse al islamismo; uno viaja y el otro le sigue un siglo después. Y todo ellos salpicado de citas y reflexiones literarias para deleite del lector.
     Sumisión es un buen libro, un muy buen libro al que hay que llegar con calma y disfrutar de la historia. No he dicho novela porque no sabría si es el término adecuado para lo que se relata en ella; si sé que me hubiera gustado que me durase más, que el señor Houellebecq hubiera escrito más páginas y saber cómo continuaba esta historia: no porque no quede resuelta, sino porque uno siente la curiosidad, la necesidad de avanzar en muchos sentidos y ver qué sucede después. Y porque de algún modo, el gran juego del autor en este libro es conseguir que asiente en el lector una de esas preguntas martilleantes: "¿Y si....?"

     Esta vez lo tengo más que claro: este u otro título, pero hay que leer a Houellebecq.
     Y vosotros, ¿os dejáis influir por los medios a la hora de acercaros a un libro?
     Gracias

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