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Super 8: Pa Negre

Publicado el 09 febrero 2011 por Sextohombredigital

Super 8: Pa Negre

De vez en cuando el cine patrio da buenas noticias. Y la vuelta de Agustín Villaronga es una de ellas. ¿Por qué? Porque es uno de los directores más inclasificable, distinto y auténtico que pululan por este negocio. Y si no me creéis, sólo tenéis que pasearos por su filmografía, jalonada de obras tan bellas y perturbadoras como ‘Tras el cristal’, ‘El niño de la luna’ o ‘El mar’.
Pues bien, resulta que ‘Pa negre’ ha tenido ese eco, esa publicidad, que nunca ha tenido Villaronga con en el resto de su obra. Es la gran sorpresa de los Goya de este año, con catorce nominaciones, optando a la mejor dirección. En definitiva, es la tapada y quién sabe si acaba convirtiéndose en la revelación.
‘Pa negre’ es la adaptación libre de dos obras del escritor catalán Emili Teixidor (‘Pa negre’ y ‘Retrat d’un assassí d’ocells’).

Super 8: Pa Negre

Vamos con el argumento. Lo voy a contar muy por encima, intentando desvelar lo menos posible.
Una aldea perdida en la Cataluña profunda. Años de posguerra. Andreu es un chaval de once años que lleva una existencia más o menos tranquila. Le gusta capturar pájaros y criarlos, junto con su padre. Uno de esos días en que explora el bosque, Andreu es testigo de la muerte de un compañero de clase. Todo parece indicar que ha sido un asesinato. Y ya nada volverá a ser igual tras ese incidente. En pueblo todo cambia de forma irreversible. El padre de Andreu tiene que huir por miedo a que le acusen del delito. Su madre se verá obligada a trabajar en la fábrica para sacar adelante a lo que queda de familia, pero, como apenas puede mantenerse, se ve obligada a mandar a Andreu a vivir con su abuela. Y es allí, en ese pueblo, con su nueva familia, donde se desarrolla toda la historia porque, por mucho que te alejes, el pasado siempre acaba por encontrarte…
Y no cuento más.
Super 8: Pa Negre

Bien, hasta aquí, ‘Pa negre’ podría parecer una película más ambientada en la Guerra Civil / Posguerra, pero va mucho más allá. Por supuesto, hay cosas que son comunes, como el retrato crudo del ambiente o el de esa miseria -moral y física- que reina en la sociedad. Pero en esta ocasión, los buenos y los malos quedan diluidos, simplemente dejan de tener importancia. El ser más bondadoso puede ser el ejecutor del más vil crimen.
No hay nadie inocente y eso es algo que Andreu no tardará en descubrir, cuando todos los secretos familiares queden desenterrados. Y lo aprenderá con lágrimas, y con sangre, en un viaje sin retorno que le llevará a abandonar abruptamente la infancia.
Como decía, ésta no es una película al uso y es que, aparte de lo anteriormente mencionado, el mayor hallazgo y, para mí, el mayor lastre de la película es la mezcla de géneros que cubren la película. Combina una historia costumbrista con ciertos elementos fantásticos. Algo así como un realismo crudo y un realismo mágico con ciertos entes sobrenaturales. Es aquí cuando la historia chirría un poco. Lo que empieza como una trama detectivesca (¿quién fue el asesino?) se convierte en un cuento gótico y hace que la historia se vuelva un poco difícil de seguir, llegando incluso a perderte en las sucesivas tramas que van apareciendo.
El resultado de todo ello: pese a no ser una película del todo redonda, si es una buena historia, absorbente y demoledora, con un final ciertamente agridulce. Agustín Villaronga lo ha vuelto a hacer. Ha creado magia. Ha jugado con nosotros otra vez y lo peor de todo es que no hemos podido apartar la vista en ningún momento. Porque Agustín Villaronga lo ha vuelta a hacer: ha vuelto a convertir el cine en arte.
Ah, no quisiera olvidarme. Dos menciones más. Primera, destacar todo el reparto de la película, sin excepción, que es donde recae toda su fuerza. Y hay que destacar, sobre todo los papeles femeninos, soberbias Nora Navas y Laia Marull; esta vez los hombres son meros comparsas (Roger Casamajor, Sergi López, Eduard Fernández). Y sin olvidarme de los niños, interpretados por Francesc Colomer y Marina Comas, tan atractivos y repulsivos a la vez. Mano muerta, mano muerta…
La segunda tiene que ver con el comienzo de la película, con una de las escenas más impactantes que recuerdo y que marca todo el desarrollo de la trama. Dura, cruda, salvaje. Sí, la del caballo.


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