En paralelo a la fotografía, Suren se ha interesado por la ciencia, particularmente por la física, las matemáticas, la geometría y la astronomía, de la que ha sido profesor e investigador.
Cuando un artista tiene inquietudes científicas como en el caso de Suren, sus trabajos toman una connotación diferente. Prueba de ello es esta recopilación de fotografías de ojos, vistos muy de cerca, revelando el universo interior que esconde una mirada.
Las imágenes a esta distancia revelan la perfección de la naturaleza y nos recuerdan que hemos sido creados por ella.
Mirar alguna de sus imágenes es como mirar al cielo. Como las fotografías que toman los telescopios de las supernovas y los cúmulos de estrellas.
El ojo humano funciona de forma muy similar al de la mayoría de los animales vertebrados e incluso al de algunos moluscos; posee una lente llamada cristalino capaz de ajustarse según la distancia, un diafragma que se llama pupila cuyo diámetro está regulado por el iris y un tejido sensible a la luz que es la retina. Un ojo es como una cámara de fotos, o más bien al revés.
La luz penetra a través de la pupila, atraviesa el cristalino y se proyecta sobre la retina, donde se transforma gracias a unas células llamadas fotorreceptoras en impulsos nerviosos que son trasladados a través del nervio óptico al cerebro.
Detrás del cristalino se encuentra el humor vítreo. El humor vítreo es un gel transparente que ocupa la mayor parte del interior del ojo y contribuye a que este mantenga su forma. Está en contacto directo con la retina, que es la túnica más interna del ojo. La retina es sensible a los estímulos luminosos y está conectada con el cerebro mediante las fibras del nervio óptico.
En cada ojo tenemos dos puntos ciegos, debido a que el nervio óptico ocupa un espacio. Nuestro cerebro se encarga de hacer que no nos demos cuenta tapándolo con la información que arroja el otro ojo, e incluso “inventándose” su contenido.
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