Revista Cine

Surrealismo cinematográfico en ‘Holy motors’

Publicado el 21 noviembre 2012 por El Ninho Naranja @NinhoNaranja

Con ‘Holy Motors’ pasa algo parecido a lo que ocurrió hace casi dos décadas con ‘Pi, fe en el caos’: os encantará u os defraudará, la adoraréis o la aborreceréis, la entenderéis o tal vez no le veáis ni pies ni cabeza. Es una bella reflexión surrealista amparada precisamente en la libre interpretación de sus metáforas, alejada de una comprensión lógica de la narrativa, pero no por ello falta de encanto y raciocinio fílmico visual. Es un cuento alegórico, cruel y surrealista que evoca al mismo tiempo desencanto e ilusión.

Una locura tras otra, eso es 'Holy motors'

El viaje teatrero y desquiciado de Oscar (un genial Denis Lavant), nos anima a recorrer con él las calles de París, a bordo de su limusina fantasmagórica y encajarnos el disfraz de cada uno de sus personajes, alter egos que el protagonista, como actor que es, interpreta como si la vida misma fuese una película. O la película es real y su interpretación de lo siniestro y lo ambiguo no es más que el juego macabro de la realidad hecha ficción.

Os anima, o desalienta? Leos Carax no tiene intención de llamar vuestra atención, sin embargo los críticos le adulan (también le tiran piedras) y el público le hace la ola (según el peldaño en el que se aúpen en su propia noción interpretativa) pero lo cierto es que esa dualidad es la que hace a la cinta tan irresistible. Una apuesta arriesgada y maldita cuyo descaro y desaire abruma y pervierte al mismo tiempo, a un espectador atónito mitad interesado mitad sobreseído del encanto de un cine más convencional.

Cartel de 'Holy motors'

Podríamos buscarle referencias, hacerla caer en la etiquetadora de lo ininteligible, como a Buñuel, a John Waters, a Jarmusch o Lynch. Pero sería más honesto darle el margen de duda razonable para estimarle un valor propio, un genuino intento de proponer algo original y diferente.

‘Holy motors’ es un desafío espontáneo e inesperado, vital y sanguinolento, en el sentido de drama humano y desvencijado repertorio del alma existencial, cargada de dudas, de búsquedas y enfrentada a esquivas respuestas e inconexas dogmas de fe, no religiosa sino social. Ojito al Señor Mierda y su frenética hambre voraz y sin sentido. Puede que todo tenga sentido, a pesar de todo…


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