Revista Infancia

Tarde de bolos

Por Sleticias
Imagen http://www.clubcampestreelrancho.com “El tiempo otoñal dará paso en los próximos días a un frío invernal”… esta afirmación que hasta hace poco evocaba en mi mente tranquilas tardes de sofá, aderezadas por una cálida mantita, una buena peli (o mala según el caso) y un inmenso bol de palomitas. Se ha visto trastocada por mi rol de madre de dos precios@s a la vez que ruidos@s retoñ@s , de tal manera que la antes apacible frase ha pasado a producirme serios escalofríos.
Ante tales predicciones meteorológicas, mi cabeza comienza a elucubrar rápidamente planes alternativos que nos liberen de un temible encierro esta vez involuntario. De pronto una idea brilla radiante “¿y si vamos a la bolera?”... Parece que el plan agrada no sólo a nuestro clan, sino también a nuestros amigos lo que sin duda alguna aumentará con creces la diversión.
He de reconocer con cierta vergüenza que nunca había estado en una bolera. Pero mis intentos por reclamar como principiante la inestimable ayuda de las barras laterales que iban a poner a los peques fueron enérgicamente rechazados. Así que he de reconocer con mayor sonrojo aún que me costó varias tiradas pillarle cierto truquillo, válido al menos para alcanzar alguno de los bolos que insolentes se resistían con obstinación.
Las caras de los niñ@s eran el fiel reflejo de la emoción, la  ilusión, la alegría… bailes, saltos y gritos de júbilo se iban sucediendo en cada partida. Mi pequeño resplandeciente y primerizo como yo, a punto estuvo de hacer un agujero a la pista por lanzar la bola como si de una pelota se tratase.
La tarde transcurrió deprisa sin que la suerte del principiante me acompañara. Los peques invencibles arrasaron en el marcador. Al menos me quedó el consuelo de ganar a mi marido por un bolo de diferencia lo que me situó en un privilegiado lugar desde el que poder torturarle con algunas dosis de esa ironía que le caracteriza.

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